«El conde duque de Olivares se encontró al tiempo con el levantamiento de los catalanes –que, por cierto, celebran las derrotas como sus fiestas llamadas nacionales– y los portugueses. Entonces se tomó una decisión, que fue dejar a los portugueses y quedarnos con los catalanes. Y yo siempre digo en broma: ¿qué hubiera pasado si nos quedamos con los portugueses y dejamos que se vayan los catalanes? Igual nos hubiera ido mejor». Don Gregorio Peces-Barba añadió: «No soy pesimista, estaremos en mejores condiciones que en otras épocas. No se cuántas veces hubo que bombardear Barcelona. [...] Creo que esta vez se resolverá sin necesidad de bombardear Barcelona».
No quisiera dejar de responder desde aquí a la humorística pregunta que, transmutado en conde duque, formuló Peces-Barba . Puede que, en efecto, a España le hubiera ido mejor, aunque tengo muchas dudas sobre ello. Lo que tengo por seguro es que a Catalunya no le habría ido peor. Por otra parte, parece que a los portugueses les gusta ser libres, por lo que de momento no entra en sus planes solicitar convertirse en comunidad autónoma del Reino de España.
En cuanto a lo demás, subrayaría, pues ilustra una cierta mentalidad española común a derecha e izquierda, lo de «quedarnos con los catalanes» y lo de que en el pasado hubo que bombardear Barcelona. Las tropas de Felipe IV doblegaron a Catalunya gracias a la fuerza militar. Sin embargo, las cosas habrían mejorado desde entonces, así es que parece que no va a haber «necesidad» –¿para quién? ¿por qué?– de recurrir a las bombas, como ha sucedido tantas veces desde el siglo XVII, las últimas por orden de Franco . Que el prócer socialista crea que no van a destruir Barcelona es una opinión que merece ser recibida con alivio. Aunque sea, según se intuye en sus palabras, porque hoy existen otros medios para someternos.
Que un padre de la Constitución diga lo que dice evidencia que aquel espíritu del año 78 ha sufrido una grave deterioro. O sea: si hoy se reescribiera la Constitución el texto sería mucho menos respetuoso con Catalunya. España devendría mucho más metrópoli y Catalunya, más colonia. Por tanto, que la administración central española se apropie año tras año de parte de la riqueza que genera Catalunya para disponer de ella según le place, al insigne socialista ha de parecerle lo más natural del mundo (por algo se decidió en tiempos del conde duque «quedarse» con Catalunya). Y las quejas catalanas –el conseller y catedrático de Harvard Andreu Mas-Colell acaba de denunciar nuevamente el asfixiante déficit fiscal que padece Catalunya–, poco más que lloriqueos de gente a quien ya no hace falta bombardear pero sí seguir metiendo en cintura.