El Gobierno de Artur Mas y CiU se encuentran en un momento decisivo y algo dramático. Tras las elecciones del 25-N, la federación se vio abocada a pactar con una ERC ostentosamente al alza. Ante sí tenía Mas unos presupuestos, los del 2013, que suponían unos recortes terribles. El muro presupuestario fue, no solo pero también, el motivo que llevó al president a precipitar las elecciones. La mayoría absoluta que ambicionaba le hubiera ido muy bien, hubiera actuado de bálsamo para sus males. Pero el veredicto de las urnas no fue el deseado y no hizo otra cosa que empeorar la situación.
Pese al énfasis puesto por CiU y ERC en la consulta sobre la autodeterminación, Oriol Junqueras evitó formar gobierno con Mas. Decidió mantenerse fuera y dar apoyo al gabinete desde allí, en un régimen, digamos, mediopensionista. ¿El compromiso de CiU? La consulta. ¿El de ERC? La aprobación de los presupuestos. Sin embargo, Junqueras se niega ahora, y ya veremos si cambia de postura, a cumplir su parte del trato, y los presupuestos 2013 siguen en el aire. Mientras, los republicanos apremian para que la consulta se haga cuanto antes y, de vez en cuando, se desmarcan públicamente de ciertas decisiones por estimarlas impopulares. La esperanza del president pasa porque finalmente el Gobierno de Rajoy incremente el tope del 0,7% de déficit para el 2013 y la Generalitat no tenga que llevar a cabo ajustes tan exagerados.
Si las circunstancias no mejoran, es posible que Mas no tenga más remedio que volver a convocar elecciones. Se enfoquen como se enfoquen los comicios, esa no parece una buena solución, ni para CiU ni para la gobernabilidad, pues presumiblemente el Parlament se convertiría en más inestable aún. Un segundo anticipo electoral no inquieta, en cambio, a ERC, que, con el viento a favor, parece seguir reforzándose y acortando la distancia que le separa de CiU. Tanto es así que algunos creen estar tocando el sorpasso con la punta de los dedos.
Ante este panorama, Mas parece obligado a abrir el compás para no quedar atrapado en la estrategia de ERC. La decisión de romper la disciplina de voto en el Congreso –algo histórico– y el proceso de renegociación de su alianza con el PSOE deberían facilitar el acercamiento entre CiU y PSC. Y también que el PSC haya votado junto a CiU y ERC, tanto en el Congreso como en el Parlament, a favor de la consulta.
A Pere Navarro, por su parte, el diálogo con CiU podría ayudarle a reforzar su liderazgo, resituar el partido en la centralidad política y mejorar su posición ante el PSOE. Los socialistas catalanes necesitan cambiar como sea la dinámica que les ha conducido a su actual debilidad. Quizás el intento merezca la pena también para ellos.