Negociación rima con colisión

Parece que algunos en Madrid –tomen la capital a modo de sinécdoque–, los más fríos y racionales, los menos testosterónicos, empiezan a darse cuenta de que, en fin, ni Artur Mas es un chalado ni un buen día lavó el cerebro de sus conciudadanos. La teoría de un Mas perverso hechicero a quien, por consiguiente, hay que destruir –muerto el perro, muerta la rabia, y problema resuelto– empieza a ser insostenible.
Algunos, los españolistas más racionales y sensatos, que no son necesariamente los menos patriotas, saben a estas horas que el movimiento soberanista es el resultado de un proceso de maduración propiciado por la percepción de continuado menosprecio. Saben también que, pese a que el fuerte –el Estado español– tiene las de ganar, un solo error puede torcerlo todo. Además, la historia es caprichosa y suele desatender a cálculos previos. Pese a todo, aparentemente Mariano Rajoy sigue, tozudo, sin estar interesado en resolver el reto democrático catalán y, por tanto, apostando por el llamado «choque de trenes». No parece que vaya a moverse. Quizá porque no puede, quizá porque está convencido de que el tren grande va a aplastar al pequeño, lo va a convertir en chatarra.
Pero imaginemos que las cosas pudieran cambiar. Que el Gobierno español optara por hacer algo. Por hablar en serio con Mas y lanzar una propuesta con ánimo de, realmente, llegar a acuerdos. En ese caso a Rajoy no le interesaría en absoluto que el president fuera débil políticamente. Todo lo contrario, le convendría un Artur Mas fuerte, que cuente con un apoyo amplio y sólido.
Eso, como decía, suponiendo que Rajoy accediera a negociar y, claro, Mas también. Fantaseemos por un instante con que las llamadas al diálogo del president sean propaganda de cara a la galería. En esa hipótesis, a Rajoy le interesaría todo lo contrario que antes, esto es, no un Mas fuerte, sino políticamente anémico en Catalunya. Y, si es posible, unas elecciones anticipadas que encumbren al republicano Oriol Junqueras a la presidencia de la Generalitat y manden a Mas a su casa.
Por su parte, Junqueras , que es bueno en este tipo de cálculos, es consciente de que, si quiere que la independencia conserve sus actuales opciones, debe procurar que su partido engorde y, al mismo tiempo, que Mas no abandone el liderazgo de la causa catalana. Si me permiten la caricatura, diría que el mejor resultado para ERC sería sumar tantos diputados como pueda pero siempre uno menos que los de Mas .
Sea como fuere, como para negociar tienen que ser al menos dos, solo con que uno de ellos, Mas o Rajoy , no quiera o no pueda negociar, el choque de trenes está asegurado. Paradójicamente, parece que para que haya diálogo tendremos que presenciar primero la colisión.

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