El primer dato significativo, relevante, que arrojaba la jornada de ayer era el de la participación catalana. En Catalunya la participación aumentó más de diez puntos. Con el 47,6%, la catalana se sitúa –a diferencia del 2009– por encima de la participación media en España (así como de la de Europa). De esta manera, el soberanismo conseguía el que era un gran objetivo compartido, esto es, lanzar, mediante un salto en la participación, un mensaje claro a toda Europa. Un mensaje que es, al mismo tiempo, una afirmación de la naturaleza siempre europeísta del catalanismo.
Pero sin duda lo más relevante es la victoria de ERC en Catalunya. Es la primera vez que esto sucede desde la transición. Este cambio –ERC ha pasado de la cuarta plaza a la primera– va a tener efectos importantes en la dinámica política catalana. Es verdad que la diferencia entre CiU y ERC es escasa, pero la fuerza simbólica y psicológica del espectacular resultado de los republicanos –que se enmarca en un gran resultado de las opciones soberanistas como conjunto– es innegable.
ERC logró ayer la pole position en la lucha por la futura hegemonía en Catalunya. Deberemos estar muy atentos, en este sentido, a la forma en que la victoria de ERC pueda afectar, debilitándolo, al liderazgo del president Mas . Tras algunos rifirrafes en la campaña electoral entre CiU y los republicanos, es de esperar que estos últimos sepan administrar con inteligencia estratégica su victoria de ayer.
Quien debe analizar también muy cuidadosamente los resultados es el Gobierno del PP –partido ganador en el conjunto de España–, pues es previsible que una parte importante del españolismo celebre –bajo la premisa del cuanto peor, mejor – el primer puesto de los de Oriol Junqueras . Este tipo de reacción se basa en la creencia de que sin Artur Mas al frente el movimiento soberanista perdería empuje. Creo que, efectivamente, el líder de CiU es un gran activo para el soberanismo. Y que es posible, aunque no es seguro, que sin él –o con un Mas en segundo plano– el soberanismo tenga problemas. Lo que sí es seguro es que en la medida en que Mas y CiU sean relegados, el choque de trenes se verá favorecido y menguarán las posibilidades de cualquier tipo de acuerdo o pacto entre Catalunya y España.