Como todo el mundo, Miquel Iceta acarrea defectos. Pero posee algunas valiosas cualidades para la política. Una de ellas es haber visto de todo a lo largo de sus muchos años metido en harina. Otra es que es listo además de inteligente. Fue, por ejemplo y junto con Mas, el único que habló de política, de política de verdad, durante el pasado debate de investidura (frustrada). También logró que los resultados del 27-S fueran menos calamitosos para el PSC-PSOE.
Sí: PSC-PSOE. El PSC ha dejado de ser lo que había sido desde su alumbramiento en 1978. Pese a la personalidad jurídica propia, el PSC es a efectos prácticos una federación más del PSOE. No es culpa, en su mayor parte, de Iceta. El proceso soberanista e independentista –que, recordémoslo, arranca con la propuesta maragallista de nuevo Estatuto–, ha ido roturando y mermando a los socialistas hasta convertirlos en una sombra de lo que fueron.
Empujado por su grave debilidad, el PSC se ha entregado al PSOE y ha optado por convertirse en el referente españolista de la izquierda, sumándose al grupo de fuerzas anti-soberanistas, al lado de PP y Ciutadans –la foto ante el Constitucional de Miquel Iceta con García Albiol y Arrimadas es el icono de lo sucedido. Es justamente a Ciutadans a quien más temen los aún poderosos alcaldes y dirigentes socialistas metropolitanos. Abrazar el españolismo es la fórmula elegida para intentar cegar el avance del partido naranja.
Asimismo, el PSOE de Pedro Sánchez y los antes llamados capitanes ha avalado sin cortapisas a Carme Chacón como candidata número uno por Barcelona para las elecciones del 20 de diciembre. Y Chacón, fiel a su estilo, ha impuesto su lista. Iceta ni tan siquiera pudo evitar que la antigua ministra colocara a su mano derecha, a su ayudante, Germán Rodríguez, nada menos que de número dos. Ni que Pere Navarro –todo un exprimer secretario y exalcalde de Terrassa– quedara fuera y se despidiera arreando un portazo. La justificación es la misma de antes: la españolista Chacón es quien en teoría mejor puede combatir el efecto Ciutadans entre el electorado que el PSC-PSOE retiene.
La pasada semana, Iceta, viendo cómo se complicaban las negociaciones de Junts pel sí con la CUP, ejecutó una maniobra perspicaz al ofrecerse a Artur Mas para pactar su investidura. La condición, que rectificara y aceptara aparcar el proceso independentista. No sé si lo que propone Iceta se dará, ni si se dará pronto o más tarde, lo que es seguro que para ello también él debe rectificar. Para empezar, tiene que abandonar el grupo de los anticatalanistas recalcitrantes y recuperar la demanda de una consulta acordada, algo a lo que renunció –a mi entender cometiendo una equivocación grave e impropia de él– para contentar a Pedro Sánchez .