El supremo arte de la guerra consiste en doblegar al enemigo sin luchar, sentenció Sun Tzu. No sé si Mariano Rajoy ha leído al escritor chino. Sin embargo, ha demostrado una vez más que su dominio del ‘tempo’ y de los nervios pueden ser letales para los que a él se enfrentan. Amén de la paciencia y los buenos nervios, resultan de gran ayuda la buena información y la precisión en el cálculo.
Lo demostró singularmente tras las elecciones de diciembre, cuando, provocando una situación inédita, renunció a intentar su investidura, franqueando el paso a Pedro Sánchez. A partir de aquí, todo le salió bien. Pablo Iglesias abortó el intento de Sánchez por ser presidente y las segundas elecciones reforzaron al PP. Luego llegó el salvaje golpe de estado en el PSOE.
El asesinato político de Sánchez tiene diversas causas. Una de ellas, la alergia de Susana Díaz, gran parte del PSOE y unos poderes fácticos muy activos a Unidos Podemos y, más aún, a los independentistas catalanes. Además, los ‘susanistas’ no pensaban tolerarle más insolencias y mucho menos que se consolidara como líder del partido. Al mismo tiempo, les aterrorizaba enfrentarse a unas terceras elecciones.
El PSOE se ha destripado a plena luz del día. El espectáculo ha sido horrible y la consiguiente abstención para que, pese a la marea de corrupción, Rajoy gobierne, absolutamente degradante. Los podemitas y poscomunistas –si su inestabilidad interna se lo permite- van a hacer todo lo posible para convertir a los socialistas en irrelevantes, en una anécdota. De estos trescientos días sale mal parado también Ciudadanos. Quienes mejor, el PP y Unidos Podemos. Los extremos.
REYERTA SOCIALISTA
Estalló la reyerta entre los socialistas, decíamos, porque una parte no quería seguir a Sánchez. Lo paradoja es que la situación en que se encuentran hoy tal vez no sea mejor. Tendrán que seguir bajando la cabeza ante Rajoy si no quieren que éste les hunda con una nuevas elecciones. Puede que el destino del PSOE, el cuerpo cosido a navajazos, sea irse desangrando mientras el PP manda y Unidos Podemos se crece.
Mariano Rajoy sabe que tiene a los socialistas, vencidos y desarmados, a su merced. Y si no fíjense en cómo habla de la necesidad de diálogo con las demás fuerzas (léase PSOE): como si se tratara de una magnánima concesión, pese a reunir sólo 137 diputados de un total de 350. El PP va a dialogar lo mínimo imprescindible. Es más: si puede va a hacer lo mismo que con el pacto con Albert Rivera contra la corrupción. Unos minutos tras la fracasada investidura, el PP intentaba colocar a José Manuel Soria en el Banco Mundial, ¿se acuerdan?
En cuanto al nuevo Gobierno acabado de estrenar: es un Gobierno más Rajoy que nunca. Se ha apañado un Gobierno cómodo y que generará probablemente menos ruidos que el anterior. Los dos asuntos principales los ha delegado en gente con experiencia y de su confianza: Catalunya para Soraya Sáenz de Santamaría y los asuntos del dinero para Cristóbal Montoro y Luís de Guindos. Nada nuevo bajo el sol.