Se suceden, continúan sucediéndose en EE UU, las matanzas causadas por civiles armados. Todo apunta además que, a pesar de todo, van a seguir repitiéndose una y otra vez. Había muertos antes de Donald Trump y los habrá después. Lo que ha hecho el presidente, insistiendo en insultar y menospreciar a los inmigrantes, es situarlos más cerca del punto de mira.
El estupor y azoramiento que, como europeos, sentimos tras cada tiroteo en un instituto, un supermercado o una avenida solemos despacharlo concluyendo que los estadounidenses están mal de la cabeza, o tirando de teorías conspirativas, como, por ejemplo, que la industria armamentística controla a los políticos e impide reducir el acceso de la población a pistolas, rifles y metralletas.
Por supuesto los norteamericanos no están locos -o no más que los europeos. Por su parte, la presión de los fabricantes y vendedores de armas -o de la Asociación del Rifle- existe, pero es solo una parte del problema. Un problema que presenta unas cifras de escándalo: mientras que cada cien ciudadanos poseen 120,4 armas de media en Estados Unidos, en España, por ejemplo, son 7,5.
Existe al otro lado del océano una cultura de las armas que en Europa nos resulta insólita, casi marciana. Es una cultura moldeada por el hecho de que EE UU, un país relativamente joven, se extendiera hacia el Oeste con las armas en la mano, a lo que hay que sumar una profunda y extendida desconfianza hacia la Administración y el alto valor que otorgan al individuo, a la libertad personal. Así, muchos estadounidenses creen que el Estado no es nadie para prohibir las armas -aquí suelen citar la segunda enmienda de su Constitución-y exigen su derecho a defender por si mismos a su familia y sus bienes.
Hay que añadir luego la fascinación, entre estética y sensual, por las armas, en especial entre los hombres. Es algo así, para que me entiendan, como cuando aquí nos detenemos en plena calle exclusivamente para admirar con fruición el Ferrari que se desliza ante nosotros.
*Periodista. Profesor de Blanquerna-Comunicación (URL).