Tras imponerse en las elecciones catalanas del 2017, Inés Arrimadas rehuyó intentar ser presidenta pese a las presiones del PP para que lo hiciera. Ciudadanos decidió en aquel momento que no era propagandísticamente rentable. Luego la formación naranja se negó a liderar una moción de censura contra el ‘president’, Quim Torra, por la misma razón. Hasta que, de repente, hace unos días, Lorena Roldán -Arrimadas vio recompensados sus servicios con un puesto en Madrid- anunció que sí iba a lanzarse a una piscina con muy poca agua.
A la vista de malos augurios electorales tras la esquizofrénica conducta de Albert Rivera, Ciudadanos necesita cualquier cosa a la que poder agarrarse. Por consiguiente, ahora sí le valía una moción de censura que era una farsa, pues no existía ni auténtica intención ni posibilidad alguna de relevar al actual presidente.
En las elecciones del 21-D, celebradas bajo el 155, Ciudadanos aglutinó, con Arrimadas al frente, el voto nacionalista español radical, así como el de muchos catalanes horrorizados por el choque con el Estado. Consiguió erigirse en la principal opción de quienes en su fuero interno coreaban el “¡A por ellos!” y también de los que querían parar los pies al soberanismo. Ganó los comicios y acumuló 36 diputados, lo que hizo que el PP quedara reducido a solo 4. Entre ambos, pues, 40 escaños sobre el total de 135 que posee el Parlament.
Ciudadanos se ha caracterizado por utilizar Catalunya, y en especial el Parlament, como un plató de televisión para, a través de la provocación y el espectáculo con frecuencia bochornoso -si bien en la moción de censura Roldán suavizó algo las formas-, llamar la atención de los medios. Su objetivo no es contribuir a mejorar las cosas, sino arañar votos sobre todo fuera de Catalunya exhibiéndose como los más temibles enemigos de “los que quieren romper España”.
Además de la propaganda, entre los objetivos de la moción estaba desgastar al PSOE acusándolo -puesto que el PSC no se sumó a la moción- de ambiguo y, en realidad, poco español. También, como ha insistido Rivera durante el lamentable proceso para la investidura en España, de cómplice del independentismo.
Que todo ello sea mentira no tiene la menor importancia. Ciudadanos, nacido en el 2006 como cristalización de un largo reguero de rencores y anticatalanismo, se ha especializado en rebasar los límites de la decencia política y la honestidad moral.
Seguramente la peor muestra de estulticia es la que se produjo durante el reciente debate sobre política general en el Parlament. Lorena Roldán instrumentalizó el atentado de ETA contra el cuartel de la Guardia Civil de Vic en 1991 -con 10 víctimas mortales, la mitad de ellas niños-, en un intento de caracterizar al independentismo catalán como violento y potencialmente terrorista. Blandió desde la tribuna una célebre y terrible fotografía de la tragedia. Todo vale. Antes del debate había preguntado si cuando Torra animó a los CDR a “apretar” a los políticos, el ‘president’ se refería a que había que apretar “el detonador de los explosivos”.