Entre otras acepciones, el substantivo ‘cunero’ sirve para designar al toro del que se desconoce la ganadería de proveniencia, quizás por analogía, un diputado o candidato ‘cunero’ es aquel que se presenta por una circunscripción electoral que le es extraña o ajena. La práctica era muy habitual durante la Restauración, pero eso no significa que la artimaña se haya extinguido. Al contrario, la seguimos viendo a cada elección. Así, por ejemplo, en las municipales algunos partidos consiguen completar su lista de candidatos presentando vecinos de otras latitudes. Lo hemos visto hacer repetidamente a ciertas formaciones. El uso de ‘cuneros’ les permite presentarse en ciudades pequeñas y pueblos donde tienen muy escaso arraigo.
A veces, especialmente en los comicios municipales, es el disciplinado militante quien hace un favor al partido prestando su nombre para tal ardid. Puede bien ser, por tanto, que alguien que vive en Almendralejo aparezca entre los candidatos a las elecciones en Maçanet de la Selva, pongamos por caso.
Otras veces sucede al revés. Es el partido quien, queriendo compensar o reconocer a uno de sus miembros, le procura un sitio para que se convierta en concejal o diputado. Ser candidato es entonces un premio. Una manera de pagar favores o de aupar a alguien en su escalada hacia cotas políticas más elevadas.
Que el ‘cunero’ no tenga ni idea de las aspiraciones, los problemas y las necesidades de los ciudadanos a los cuales deberá representar, que ni siquiera esté familiarizado con el territorio donde pide el voto es, precisamente, como decíamos, lo que caracteriza al ‘cunero’ y lo distingue del resto de los candidatos. Para que la trampa legal pueda ejecutarse la decisión sobre quién aparece y en qué orden en la lista electoral debe estar en manos de la cúpula del partido. Suele seguir siendo así para la inmensa mayoría de candidaturas, a despecho de la progresiva pero temerosa implantación entre los partidos de elecciones primarias. La arquitectura de los sistemas electorales en el Estado español, de diseño vertical y con el poder concentrado en la cúpula, facilita que la figura del ‘cunero’, del ‘paracaidista electoral’, perviva. Por supuesto, a los cargos y militantes del lugar les sienta como un tiro que desde Madrid o Barcelona se les coloquen candidatos por decreto.
Un ejemplo clamoroso de ‘cunero’, en este caso ‘cunera’, es el de Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos, marquesa de Casa Fuerte, quien ocupó el número uno por Barcelona en las dos elecciones al Congreso de 2019. Ya había sido diputada, pero hasta entonces nunca por Barcelona. A la vista de los resultados, el favor se lo hizo más el PP a ella que ella al PP. En las elecciones de mayo de 2019 el PP catalán cosechó sus peores resultados en una convocatoria de ese tipo, un solo diputado, mientras que en noviembre consiguió dos.
La semana pasada, Santi Rodríguez, secretario general del PP de Catalunya invitaba a Álvarez de Toledo a abandonar su escaño y lamentaba que no hubiera “ejercido más” de diputada del PP por Barcelona. Para Rodríguez, Álvarez de Toledo debería pensar en aquellos que la votaron. Según ha trascendido, el histórico dirigente del PP catalán Manuel Milián Mestre ha afeado por carta a Pablo Casado el “error” de haberla colocado.
La marquesa de Casa Fuerte se sitúa ideológicamente en el ala más ciegamente españolista del PP, lo que provoca que en muchas ocasiones coincida con las posiciones de Vox y que su discurso resulte extravagante para no pocos votantes catalanes del PP.
Que Santi Rodríguez se queje ahora de ella tiene mucho que ver, no debe escapársenos, con el abierto enfrentamiento que sostiene Álvarez de Toledo con la cúpula del PP en Madrid. Tanto es así que el PP le ha impuesto a su exportavoz en el Congreso (Casado la destituyó en verano de 2020) una multa de 500 euros por votar en blanco sobre la renovación del Tribunal Constitucional.
Si no fuera porque la otrora estrella ascendente ha caído en desgracia, en el PP catalán nadie habría dicho ni mu. El PP funciona internamente como su dirección quisiera que funcionara España, centralizadamente y sin derecho a réplica. Ello explica en parte la inestable e irregular trayectoria de los populares en Catalunya.