¿Qué hubiera ocurrido sin la encendida arenga de Puigdemont contra ERC aprovechando el Onze de Setembre? ¿Y si Turull hubiera hecho campaña -como hicieron consejeros como Jaume Giró o Victòria Alsina- para que Junts per Catalunya permaneciera en el Govern? ¿Y si la consulta a los afiliados hubiera tenido lugar un poco después, con las aguas más calmadas, y no justo tras el choque entre los dos partidos? Estas, y podrían ser muchas más, son simples hipótesis caducadas, que yacen en los márgenes del pasado reciente. Pese a ello, no son pocos los que, como el ya mencionado Giró, no olvidan el episodio de la fractura gubernamental y siguen pensando, como entonces, que fue una decisión precipitada y tomada con el estómago más que con la cabeza. Sin la necesaria templanza ni el imprescindible cálculo de eventuales daños. Fue un error de Junts per Catalunya y una victoria de aquellos que, desde el primer momento, eran contrarios al pacto de gobierno con ERC, y luego se dedicaron a alimentar la tensión.
Al sector más pragmático e institucional, pese a ser mayoritario en Junts, lo pillaron a contrapié y fue doblegado por la pinza entre la facción más exaltada de Junts y las provocaciones de ERC. Cuando uno revisa con un poco de detalle lo sucedido desde el pasado verano hasta el momento de la ruptura, el 10 de octubre, enseguida se da cuenta de que ni el president Aragonès ni Esquerra movieron un dedo para reconducir la crisis del Govern, sino todo lo contrario. ERC, desafiante, empujó y empujó a los de Junts hasta el borde del acantilado y, cuando los tuvo allí, les retó, burlona, a que, si tenían lo que hay que tener, se atrevieran a saltar.
Quedó así el partido de Turull y Borràs -cuyo juicio por prevaricación y falsedad documental comienza el 10 de febrero- prácticamente fuera de juego. Los de Junts se aburren ejerciendo la oposición en el Ayuntamiento de Barcelona, mientras que en el Congreso sus votos pintan nada o casi nada. Es cierto que gobiernan con el PSC en la diputación barcelonesa, la mayor de España, pero eso tiene poca visibilidad, algo que tampoco remedia estar al frente de algunas ciudades importantes. En el Parlament, han quedado reducidos al pataleo y, en todo caso, a intentar condicionar la acción del Ejecutivo republicano. Con su salida de los despachos, Junts quedaba relegado y perdía un terreno de juego muy propicio, ya que sus consejeros podían mostrar sus notables capacidades y alta preparación.
La salida del Govern puede que fuera la última victoria del sector exaltado de Junts. Y no solo por el juicio que aguarda a Borràs, acusada de trocear contratos cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes. Igualmente, el sector devoto de la confrontación no cuenta -más allá de Puigdemont- con personalidades que puedan evitar que paulatinamente los moderados se vayan imponiendo. En tercer lugar, porque insignes representantes de los pragmáticos (ser pragmático -suelen insistir estos- no supone ser menos independentista) son los favoritos a encabezar las futuras candidaturas de Junts tanto en el Ayuntamiento de Barcelona como en la Generalitat. Sucede así en el caso de Barcelona, donde se espera que Xavier Trias intente volver a conquistar la alcaldía de la capital. Ocurre también en el caso de las elecciones al Parlament, previstas para principios de 2025, siempre que el ‘president’ Aragonès no acabe convocándolas anticipadamente.
En este segundo ámbito, existe un nombre en boca de todos, el de Jaume Giró. El ‘exconseller’ de Economía y antiguo alto directivo de la Caixa ha decidido no rendirse. Y está intensificando sus desplazamientos por toda Catalunya con el fin de contactar con personalidades, entidades y empresas, amén de con las agrupaciones de Junts. Le interesa escuchar a la gente, conocer sus necesidades y esperanzas. A Giró le avalan su trayectoria profesional como alto directivo -su mentor fue el legendario Duran Farell- así como su gestión en el año y medio como titular de Economia. Cuando se le pregunta sobre el futuro, prefiere dejar su pronunciamiento para más adelante. A día de hoy es el mejor situado (recordemos que en el congreso de Argelers, Giró fue el más votado de los vocales de la ejecutiva de Junts, con 1.648 papeletas). Otra opción podría ser el propio Turull, otro pragmático, siempre que la rebaja de su inhabilitación fuera amplia y le permitiera llegar a tiempo a la cita con las urnas.