La política catalana vive en suspenso, entre paréntesis, desde que la CUP decidió tumbar los presupuestos y Carles Puigdemont replicó con una moción de confianza. Desde el punto de vista de lo que podríamos llamar la izquierda –si tal etiqueta retiene algún sentido todavía- los presupuestos nuevos eran mucho mejores que la prórroga de los antiguos. Sin embargo, la CUP no funciona en esos términos. Funciona binariamente: bueno o malo, amigo o enemigo, sí o no. Es una mentalidad poco democrática, incluso antipolítica, puesto que prescinde del gris y los matices, y simbiótica con una tipo de ideología circular, autorreferencial. … Continuar llegint