En tiempos de nuestras abuelas, los deseos de los progenitores para sus hijas se condensaban en una sola cosa: una buena boda. ¿Una buena boda? Lo que se entendía por una ‘buena boda’ tenía que ver más bien poco con el amor o la atracción, y mucho con asegurarse un futuro lo más seguro y próspero posible. Casarse con un obrero o un artista -al estilo del Ramonet de ‘L’Auca del senyor Esteve’-, era considerado funesto. Tanto, que el empeño de la jovencita en desviarse del destino trazado, de producirse, podía acabar fácilmente de forma dramática. Lo ideal era, por … Continuar llegint