¿RECUERDAN Los Pájaros, el legendario filme de Alfred Hitchcock en
que una nube de aves brabuconas se cernía sobre la gente? Pues en un
remedo de la californiana Bodega Bay, el lugar de la pesadilla pajaril,
se han convertido las sedes de Convergència y de Unió Democràtica. Allí
acuden en solitario o en pequeñas bandadas toda clase de tipos que
sueñan con obtener y gozar de un puesto preeminente en la nueva etapa
política que, calculan, se va a abrir en Cataluña tras las autonómicas
de este año.
Como Rod Taylor y Tippi Hedren en la película, Mas y Duran
intentan capear la situación, pero sin perder en ningún momento de
vista los intereses de CiU. La promesa lanzada por el presidenciable,
que aspira a formar un gobierno «de los mejores», abriendo las puertas
a personas sin militancia nacionalista, no ha hecho más, se dice, que
aumentar la intensidad del asedio. Se trata, en principio, de escuchar
a todo el mundo, incluso a aquellos que en su día abjuraron de CiU o
cometieron vil traición. Existen ocasiones, sin embargo, en que ni
siquiera Mas puede mantener la calma. Como sucedió no hace mucho,
cuando el líder convergente le espetó a un conocido prohombre que había
acudido a rendirle pleitesía: «¡¿Supongo que no pretenderás que te haga
consejero, verdad?!».
Además de los pájaros, son muchas aquellas
personas, en todo el país, de todos los estratos sociales y
profesionales, que se interesan sinceramente por conocer mejor a quien
parece llamado a dirigir la Generalitat tras la experiencia, en muchos
sentidos frustrante, del tripartito I y II. Artur Mas se diferencia de
la inmensa mayoría de sus colegas en que la persona presenta mayor
atractivo que el personaje público, lo que en tiempos de política
mediática puede representar un grave inconveniente. Por ello ha
intensificado los contactos cara a cara, directos. Los participantes
suelen concluir siempre lo mismo tras departir con el líder
convergente: «Es mucho mejor en persona…». Los que le conocen de hace
tiempo consignan otro tipo de diferencia: el Artur Mas de hoy es un
hombre más sereno, más maduro y más complejo que cuando Jordi Pujol le
señaló como su sucesor. Por otra parte, ha afirmado su autonomía y su
diferencia ante este último, amén de lograr algo casi imposible:
mantener a CiU en pie a pesar de la dificilísima situación y de los
intentos reiterados de asfixiarla y hasta borrarla del mapa.