Y Sísifo consiguió sentarse en la cumbre

Sísifo lograba arrastrar una enorme roca hasta la cumbre de la montaña, pero una vez allí la piedra rodaba por la pendiente hasta el valle. La condena de Sísifo consistía en volver a llevarla hasta lo más alto, desde donde ella caía una y otra vez. Artur Mas, Sísifo de la política catalana, logró ayer, en su tercer, último y agónico intento, un triunfo incontestable. Esta vez ha conseguido un excelente resultado -mucho mejor que el de sus predecesores al conquistar la presidencia (Jordi Pujol, 43; Pasqual Maragall, 42, y José Montilla, 37)- y, por fin, el poder.

El nuevo Govern va a ser, pues, como no se cansó de pedir el líder de CiU, un Govern fuerte. Los ciudadanos -que han acudido a las urnas más de lo que se auguraba- han decidido evitar un nuevo Ejecutivo de coalición fruto de complicados equilibrios e improvisadas alquimias. Los ciudadanos han otorgado también un triunfo amplio a la federación nacionalista porque saben que lo que tiene por delante Mas lo va a ser todo menos un camino de rosas.

No va a serlo en absoluto (de nuevo la maldición de Sísifo). Mas comenzará su mandato con un presupuesto prorrogado y una Generalitat agobiada por las deudas. Además, la economía española, con la catalana, está bajo el foco de los mercados internacionales, que en cualquier momento podrían agravar la ya delicadísima situación. Mas necesitará el Govern de los mejores que se ha comprometido a formar, y mucho más que eso. CiU debe entender que ha recibido el voto de muchos ciudadanos que, sencillamente, consideran que es la mejor opción posible en este momento histórico concreto, pero que no necesariamente comparten todos sus postulados ideológicos y sus propuestas políticas. Los nacionalistas deberán gobernar no solamente para los suyos, sino para todos, si quieren conservar un capital de confianza que, en parte, es prestado. Si CiU cree que la amplia mayoría recibida supone que Catalunya se ha convertido toda ella en convergente, se equivocará gravemente y no prestará un buen servicio al país.

Se espera que PSC y ERC sufran convulsiones internas a raíz de los resultados de ayer. Sea como fuere, ellos también deben actuar con responsabilidad, generosidad y auténtico sentido de país. Sobre todo el PSC. Desde mi punto de vista, resultará extremadamente importante el tipo de lectura que el núcleo duro del partido haga de lo sucedido ayer. Si los socialistas catalanes renuncian a la centralidad y rechazan todo diálogo y colaboración con el Govern de CiU en este momento incierto, no solo se equivocarán de medio a medio, sino que las consecuencias para los catalanes y Catalunya pueden devenir tremendamente graves.

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