CiU y PSC: encuentros y desencuentros

Contemplamos el lunes cómo Joaquim Nadal, quien hace más de tres lustros se enfrentó con Jordi Pujol por la Generalitat, sonreía al lado de uno de los hijos de este, Oriol, satisfechos ambos porque CiU y el PSC se han aliado para trabajar juntos y sacar adelante con la mayor celeridad posible la ley ómnibus diseñada por el Gobierno que preside  Artur Mas.

Moviola. Mas fue investido president gracias a los socialistas catalanes, pacto escrito mediante. Luego, sin embargo, ambos grupos no fueron capaces de ponerse de acuerdo para colaborar en el presupuesto del 2011, que había quedado pendiente. Así es que los de Mas recurrieron al PP de  Alicia Sánchez-Camacho.

Moviola de nuevo. ¿Por qué no se pusieron de acuerdo? Mi conclusión, tras escuchar a unos y otros, es que, por una parte, Mas en persona rechazó entregar al PSC la prenda simbólica que este pretendía, a saber, mantener el impuesto de sucesiones o bien aplazar su eliminación. Personalmente, pienso que el presidente debió ser más flexible en ese asunto, pero no lo fue. El PSC fue víctima, por otra parte, de un tremendo desconcierto y una acusada miopía estratégica, de modo que acabaron imponiéndose los partidarios de arrojar a CiU en brazos del PP para denunciar a continuación, amén de los recortes, tal maridaje. Entonces, los voceros periodísticos del socialismo llegaron a señalar que CiU cerraba pactos con el PP (cosa cierta: para los presupuestos, pero también en Badalona y en la Diputación de Barcelona, por ejemplo) porque en realidad la naturaleza de ambas fuerzas es idéntica y comparten un mismo «marco político ideológico», en el cual «José María Aznar ejerce como predicador» [sic] . Otro factor que entorpeció la entente fue el hecho de que la gran mayoría de las partidas de ese presupuesto del 2011 ya estaban gastadas o comprometidas.

Volvamos al presente. ¿Se equivoca ahora el PSC al acceder a pactar con CiU una ley que fue fuertemente denostada (José Montilla habló de «ofensiva neoliberal» y «contrarreforma social»)? A mi entender, no. Se han dado cuenta de que es una enorme tontería ceder el protagonismo y la centralidad a los populares. Es verdad que rectifican, que han cambiado de dirección, pero también que es ahora cuando aciertan.

Estoy convencido, y lo he escrito varias veces, de que es bueno para Catalunya que los dos principales partidos del país sean capaces de dialogar, negociar y cerrar acuerdos, máxime en la situación de emergencia en la que nos hallamos. Además, eso no solo le va bien a Catalunya, sino que la gente valora que convergentes y socialistas sepan colaborar, una colaboración que, por otra parte, devendrá imprescindible si, como se vaticina, en un futuro más o menos próximo Mariano Rajoy logra la anhelada mayoría absoluta.
 

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