Dos inquietantes candidatos a la presidencia

Vivísimo contraste el que se observa entre la táctica seguida por el presidenciable del PSOE y el del PP, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy . Este último, claro favorito, procura que la precampaña y la campaña pasen lo antes posible y, sobre todo, que durante el recorrido no se produzca ningún accidente que haya que lamentar. Procura decir lo menos posible, pues cree que hacerlo en nada le va a ayudar.

Los sondeos y el clima general de opinión en España le conceden una victoria que incluso podría superar la de Aznar de hace 11 años. En el PP saben que sus votantes se encuentran movilizados a favor del cambio, así es que Rajoy debe esforzarse en no hacer nada que pueda despertar el voto a favor de los socialistas. La precampaña y la campaña del líder conservador se centrarán, tal como dicta el canon, en acomodarse lo mejor posible en la ola y dejarse transportar hasta la playa anhelada dentro de exactamente un mes. Podría decirse que Rajoy debe seguir haciendo como el gallego de las escaleras hasta que se cierren las urnas.

En ese momento empezará otra historia. El jefe del PP tendrá que afrontar la tormenta económica perfecta y hacer aquello que le digan que hay que hacer. Su margen de maniobra será reducido, por lo que su mayor contribución anticrisis probablemente se produzca en el terreno de la confianza, de la psicología social. Algo que quizás tenga más que ver con no ser Rodríguez Zapatero –como la gran virtud de este en su día fue no ser Aznar – que con el hecho de ser Rajoy .

Entretanto, el candidato Rubalcaba ha optado por travestirse de izquierdista. Él, conspicuo representante del realismo político; él, abanderado del arreglo y el pacto; él, establishment político hecho carne. Rubalcaba va a los mítines, pone cara de indignado y promete que no va a permitir ni un solo recorte. Pero resulta imposible tragárselo. Ni el más avezado y maleable actor shakesperiano conseguiría hacer creíble el papel que este hombre, hasta hace cuatro días vicepresidente de Zapatero , ha elegido interpretar. ¿Realmente considera que así van a votarle? Lo mismo sirve para la ministra Carme Chacón , quien también se ha puesto a maldecir los recortes, recortes ordenados desde el Gobierno del que, ejem, a día de hoy ella sigue siendo parte. En descargo de Rubalcaba algunos aseguran que no tiene alternativa, que está haciendo lo único que puede hacer, argumento sobre el que, la verdad, no puedo más que albergar serias dudas.

Sea como fuere, esta carrera electoral en la que nos encontramos y que transcurre al borde del abismo económico está siendo y va a seguir siendo extraña, muy inquietante: se nos invita a elegir entre un candidato que no dice lo que piensa y otro que lo que dice no lo piensa.
 

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