AAlfred Bosch el traje y la corbata le sentaban fatal, como si los hubiera pillado de entre el atrezo de TV-3, pero lo suplió con desparpajo y lenguaje pedagógico (que a veces rozaba el simplismo). Eso sí: machacó con la independencia y el déficit fiscal. Se dirigía sobre todo a su público y, luego, al de CiU. Nadie se metió mucho con él. A Joan Coscubiela no le podía sentar bien la corbata, porque ni llevaba ni suele llevar. Él también habló para los suyos y para alguno que pueda dar la espalda al PSC. Se dedicó el sindicalista a clamar contra los ricos y los bancos mientras pedía subir los impuestos. Ninguno de sus adversarios denunció el irrealismo de sus propuestas ni le recordó lo que sabe todo el mundo: España no puede actuar al margen de Europa y los mercados.
El verdadero debate se vivió, pues, como era de prever, entre PSC, CiU y PP. Jorge Fernández Díaz estuvo bien, a pesar de que a ratos su voz evocaba de forma inquietante a Alejo Vidal-Quadras. Fue él quien le dio más fuerte a Carme Chacón. Le recordó, por ejemplo, el estropicio financiero que el tripartito causó en la Generalitat o que ella fue ministra de Vivienda en plena burbuja.
La socialista vestía con elegancia, pero eso no le sirvió para disimular lo chocante que es oírla hablar y verla actuar como si conociera a Zapatero solo de vista, como si pasara por ahí, con una sangre fría, por expresarlo con elegancia, pasmosa. Lo más divertido de Chacón: la forma mecánica, artificiosa, de mover las manos. Más aún: ha aprendido a acompasar gestos y palabras. Así, por ejemplo, cuando dice «recortes», corta el aire en diagonal y de arriba abajo con la mano derecha.
Duran compareció impecable, hecho un pincel, como siempre. Mirando a la cámara y dirigiéndose al televidente con la profesionalidad que le caracteriza. Optó por situarse un palmo por encima del pim-pam-pum, sin responder a Fernández Díaz, que lo acusaba de haber apuntalado a Zapatero, ni a Chacón, que le mezclaba con el PP. La contención de Duran sorprende, pues su beatífica serenidad de ayer contrasta con algunas de sus afirmaciones anteriores tratando de tensar el ambiente, de ganar protagonismo, en un tipo de carrera electoral en la que PP y PSOE siempre tienen ventaja.
El debate no decidió gran cosa. Hubo, quizá, pequeños avances y ligeros retrocesos. Antes del programa, los sondeos publicados y no publicados señalaban que PSC, CiU y PP se hallan en un pañuelo, separados por muy poco a causa del anunciado desplome de los socialistas y la subida de CiU y -sobre todo- del PP. Hoy parecen más empatados que nunca.