Pese a las tensiones, las oscilaciones, las frivolidades y las jugarretas, el debate de política general en el Parlament se ha resuelto satisfactoriamente para el president Artur Mas y los suyos. En gran parte, gracias a la solidez de la alianza con la ERC de Oriol Junqueras. El núcleo duro del soberanismo, CiU y ERC, han alcanzado objetivos notables. El primero, la asunción por parte del PSC de la resolución sobre el derecho a decidir que recoge el manifiesto elaborado por Joan Rigol. El segundo, trasladar la reclamación catalana al Congreso de los Diputados, tras el acuerdo sobre una propuesta de fecha, pregunta y vía legal para que los catalanes puedan ser consultados.
Mas va cubriendo etapas, siguiendo el plan trazado. ¿Qué pretende? Pues cargarse de razones a base de forzar al PP a pronunciarse, a hablar del tema, a ir dando respuestas. Por lo tanto, a dificultar también que Rajoy pueda seguir escurriendo el bulto y dejar pasar el tiempo.
Decíamos que el PSC suscribió la resolución sobre el derecho a decidir. No es este un elemento anecdótico. Que no votara llevar al Congreso el debate responde, cómo no, a su miedo a un nuevo encontronazo con el PSOE, que rechaza cualquier referendo o consulta. La escena de sofá entre Navarro y Camacho no le hace ningún bien al primero, pero quizás lo peor para los socialistas es que Duran haya optado por levantar la bandera de la tercera vía, esto es, del pacto con España, hasta ahora patrimonio del PSC.
Que Duran haya dado ese paso con toda claridad es bueno para el soberanismo, estoy convencido. Estando situada, como está, la autodeterminación en el centro del debate, es imprescindible, vital, que haya voces no independentistas que defiendan el derecho a decidir. Ahí está el PSC y ahí está, ahora con fuerza, Unió. En contrapartida, el bloque de los que quieren que los catalanes decidan -del que sólo se han excluido PP y Ciutadans- debe seguir unido.
Es este un asunto de opinión pública -la inmensa mayoría de los catalanes están por votar- y de frame, de marco mental: para el soberanismo se trata de que la dialéctica se articule entre los que quieren referendo o consulta y los que los rechazan. Por eso no es extraño que el PP y Ciutadans forcejeen por situar la discusión sobre la independencia en primer plano. Los demás deberían evitar facilitarles la maniobra.
Mas señaló que la tercera vía es lo que ha estado probando Catalunya durante los últimos cien años. Es cierto. Además, la tercera vía solo existirá si PP y PSOE ofrecen a Catalunya una alternativa y dan garantías de que cumplirán lo prometido. No parece fácil. Por el contrario, si el PP y el PSOE no lo hacen o su propuesta resulta inaceptable, Navarro y Duran habrán contribuido generosamente a reforzar el soberanismo.