Empecemos por establecer los hechos. La cadena humana con motivo del Onze de Setembre fue una demostración espectacular de voluntad por parte de la sociedad catalana y, por tanto, un fenómeno político de gran potencia. Despreciarlo, negar su valor, ironizar o intentar apropiarse de los que se quedaron en casa (la llamada mayoría silenciosa) no son más que tonterías interesadas. Entre los cientos de miles de participantes en la Vía Catalana hubo mucha gente de izquierdas -creo significativo el puñado de personas que lucían camisetas contra los recortes en educación que yo mismo puede ver allí-, y no sólo de ERC -no saldrían las cuentas-, sino también, entre otros, muchos votantes del PSC. Es decir, muchos ciudadanos que apostaron por el PSC en las últimas elecciones. También muchos que han dejado de votar al PSC pero que ideológicamente pertenecen a ese ámbito. «Muchos de los nuestros estuvieron en la cadena», constataba con triste melancolía un dirigente del partido. Por tanto, el socialismo catalán no debería ni creerse ni ir diciendo que lo que pasó no va con ellos, o que obedece a los engaños y a la perversa capacidad de manipulación de Mas y CiU. A mi entender, los socialistas catalanes sólo tienen una alternativa razonable, que pasa por hacerse fuerte en la convencida defensa del derecho de los catalanes a votar, a decidir su futuro. La idea -la autodeterminación- ocupa ya la centralidad, se ha convertido en hegemónica, en el denominador común de una porción muy mayoritaria de la sociedad. Sólo desde es posición firme el socialismo podrá hacerse escuchar. AGENDAS COMPATIBLES /Mientras siga pareciendo que se siente incómodo o que defiende el derecho a decidir tácticamente, a contrapelo, porque no hay más remedio, no podrá erigirse en un actor lo suficientemente creíble. Abandonar, además, el viejo reflejo de abordar como contradictorias la agenda nacional y la social, es imprescindible (lo mismo cabe decir para Iniciativa, cuyos principales dirigentes prefirieron, justamente en la Diada Nacional, formar un corro entorno al edificio central de la Caixa). El PSC e Iniciativa deben aprender de lo ocurrido. Por su bien y, a mi entender, también por el bien del país. Pero la Vía no sólo les interpela a ellos. También, y muy directamente, a las élites catalanas que han intentado desactivar como fuera el impulso soberanista y presionar a Mas y a CiU. Todos, o una gran parte de esos hombres y mujeres, se han visto obligados igualmente a reflexionar y, por tanto, a poner en cuestión su estrategia. ¿Por qué? Muy sencillo: muchos de los participantes en la cadena humana integraban e integran su demanda. No es que se vea venir ningún boicot a sus productos o servicios, no, al menos no por ahora. Es que una empresa, del tipo que sea, no puede dar la espalda a quienes la sostienen. Mucho menos aún, y pese a que uno sea poderoso, cabrear a la clientela.