Los vientos que azotan Catalunya son poderosos. De un lado, la trágica crisis económica y sus consecuencias sobre la vida de los ciudadanos. En segundo lugar, el desprestigio institucional, causado por los casos de corrupción y por la grave avería que se percibe en instituciones fundamentales. Finalmente, el soberanismo popular, cuya amplitud y determinación ha modificado el terreno de juego. En el hemisferio político izquierdo el resultado más visible ha sido la fragmentación. Ha ocurrido y sigue ocurriendo en el PSC, atrapado en sus contradicciones e idas y venidas, pero también víctima de su condición de partido centrado, de gobierno, del establishment . El PSC forma parte de lo que el ahora célebre Pablo Iglesias llama con desprecio «la casta», y hoy eso supone tener que abonar una elevada factura. Así, el PSC se ha ido deconstruyendo y de él se han alejado o desprendido un buen número de personas valiosas, que fueron clave o muy relevantes en el pasado. La lista es larga. Igualmente, grupos críticos más grandes o más pequeños se han ido definiendo y consolidando. Algunas personalidades y grupos ya están fuera del PSC, otros siguen formalmente dentro. El otro fenómeno relevante es el surgimiento de opciones rupturistas o antisistema. Su discurso viene teñido de populismo y muchas de sus propuestas son irrealizables o resultarían desastrosas si se aplicaran. Sin embargo, conectan con una ciudadanía muy enfadada, y con razón, con los partidos de siempre. Un ejemplo claro es la plataforma Guanyem Barcelona, que tiene como rostro visible a Ada Colau . Otro, el llamado Procés Constituent, con la monja Teresa Forcades y el economista Arcadi Oliveres . De todos modos, la gran estrella populista de hoy es el citado Pablo Iglesias , a quien un montón de gente en Catalunya decidió dar su voto en las elecciones europeas. Mención aparte entre los que podríamos considerar anti- establishment o antisistema merece la CUP, aunque sea únicamente por los muchos años que el partido lleva trabajando en pueblos y ciudades. Tal número de opciones es ineficaz. Por eso, parece que de cara a las elecciones municipales del 2015 y también después deberemos asistir a un proceso de alianzas que clarifique el panorama. De reconstrucción. La Nova Esquerra Catalana de Ernest Maragall y Avancem de Joan Ignasi Elena ya han anunciado un primer acuerdo. La izquierda, después de este periodo dominado por la redefinición y la afirmación ideológica, tendrá que vivir una etapa de pragmatismo, de pactos y, por tanto, también de renuncias. Por decirlo a la manera de Weber , tendrá que imponerse la ética de la responsabilidad, que debería inspirarlos a todos: a más catalanistas y más españolistas, más duros y menos duros, establishment y anti- establishment …