Pere Navarro se va. Tras los resultados de las europeas y la renuncia de Rubalcaba , y ante la grave fractura interna que asola al PSC, ha decidido abandonar. No voy a cargar las tintas contra Navarro , pese que, a mi entender, ha cometido errores de todo tipo, el peor de ellos –y principal causa de lo sucedido– bajarse del autobús del derecho a decidir cuando podía no haberlo hecho. Su brusco giro, inmortalizado en aquel simbólico brindis del Día de la Constitución con Alicia Sánchez-Camacho , Albert Rivera y la delegada Llanos de Luna , fue ni más ni menos que el triste resultado de un instinto defensivo y absolutamente conservador.
El giro se produjo, además, pese a haber roto antes la disciplina de voto del PSOE en el Congreso de los Diputados. A raíz del pacto con Rubalcaba , el PSC pasó de defender el derecho a decidir, el federalismo y la continuidad de Catalunya en España (por este orden), a abogar (por este orden) por la continuidad de Catalunya en España, el federalismo y el derecho a decidir. Pese a estar en el programa del PSC, el derecho a decidir pasó a ser un asunto residual. Pura retórica.
Navarro optó por mantener una de las almas del PSC y prescindir de la otra. Cerró un pacto con Rubalcaba que le aseguraba mantener su vínculo con el PSOE y, por tanto, seguir explotando esa marca. Continuar atado al PSOE y a la marca PSOE buscaba retener el poder en la conurbación de Barcelona, el antes cinturón rojo .
Hay que reconocerle a Pere Navarro al menos dos cosas. La primera, que tuvo el coraje de elegir, de tomar una decisión, decisión que consistió, como decíamos, en intentar conservar una parte del partido y renunciar al resto. Al replegarse en la conurbación de Barcelona, el PSC aceptaba prácticamente desaparecer del resto de Catalunya. La fuerza política que solía proclamar que era el espejo político del país, dejaba de serlo. Sin embargo, el PSC no dejó de desangrarse, todo lo contrario.
La segunda cosa que debemos reconocerle es que se enfrentaba a un problema muy difícil. Puede que ni el mejor de los líderes hubiera sido capaz de remontar una situación básicamente causada por las tensiones derivadas del cambio profundo que ha experimentado la sensibilidad política catalana. Unas tensiones que, como se ha visto, también sacuden a CiU, y más en concreto, a la relación de Convergència con Duran Lleida .
Un mundo político se acaba al tiempo que el nuevo no acaba de nacer. Todo hace pensar que el PSC –un partido de gobierno, del establishment – tardará bastante, si lo consigue, en volver a ser protagonista en Catalunya. Se acerca el 9 de noviembre con una fuerza insospechada. Nos queda por ver ahora, entre otras muchas cosas, si el tsunami va a acabar con CiU y, en caso de sobrevivir, en qué condiciones lo logra. A juzgar por lo que estamos viviendo, las sorpresas no van a acabarse aquí.