Apesar de que todavía no era oficialmente el primer secretario del PSC, Miquel Iceta empezó desde el minuto cero, hace unos días, a intentar mandar internamente y se puso también a la cabeza del partido de puertas afuera. Y hay que reconocer que no defraudó al público.
Así, ha declarado que no le interesa en absoluto saber qué opinan los ciudadanos catalanes sobre la pregunta –una «chapuza descomunal»– del 9 de noviembre. Además, ha dado a conocer lo que él les consultaría –si le dejaran. Es lo siguiente: «¿Quiere que el Govern negocie con las instituciones del Estado un acuerdo que garantice el reconocimiento del carácter nacional de Catalunya, un pacto fiscal solidario y el blindaje de las competencias en lengua y cultura?»
Iceta debe creer, tal vez con razón, que los grises y las explicaciones matizadas no sirven, al menos no en la actual circunstancia política del PSC. Como decía un antiguo profesor de kárate, sobre todo procura siempre y en todo lugar evitar la confrontación, pero si te ves obligado a ella, si no hay más remedio, golpea rápido y con toda el alma.
No sé si Miquel Iceta es aficionado al kárate, pero parece estar convencido de que hoy, para el PSC, la mejor defensa es el ataque. Porque decir que no le interesa saber qué responden los catalanes al ser preguntados sobre la independencia es una provocación. Más aún porque, hasta no hace tanto, el PSC defendía una consulta legal y acordada.
El interrogante que se saca de la manga tiene, igualmente, carácter provocativo y desafiante. Para Iceta , no hay que consultar a los catalanes sobre la independencia, sino sobre reclamaciones obvias que llevan incontables años en el alero, como si desean un trato financiero más justo y que se respete y proteja el catalán. Se supone que promoviendo su pregunta lo que busca el mandatario socialista, amén de sacar a relucir dientes y garras, es poner en cuestión, intentar transformar, el marco mental mayoritario.
Hay que reconocer que Iceta ha demostrado un gran arrojo, puede, incluso, que temeridad, ya que no parece de recibo tanto desdén al hablar de la opinión de los catalanes. El descaro exhibido habrá enojado a bastantes y, la verdad, no sé si va a servir para atraer a algún votante viejo o nuevo.
TODA UNA VIDA / Sea como fuere, no dudo de que él está convencido de que esto es lo mejor (o menos malo) que puede hacerse. Iceta lleva toda la vida en política, y es un tipo inteligente y con buen olfato. Otra cosa distinta es si sabrá o podrá darle la vuelta a la desastrosa situación en que se encuentra el PSC o, por el contrario, como le ocurrió a Pere Navarro, la empresa se revelará demasiado ardua, demasiado difícil. Inasequible.