El ministro despropósito

No provenía del franquismo, sino de la UCD. Fue el gobernador civil más joven de España y como dirigente del PP en Catalunya se había caracterizado por su estilo dialogante. En los medios de comunicación con frecuencia se le llamaba Jordi.

Los años 90 cambiaron a Jorge Fernández Díaz. Fue apartado de la dirección del PP catalán y substituido por el ácido Vidal-Quadras, pues algunos le consideraban blando con CiU. En los 90 ocurrieron más cosas. El ahora ministro, quien, según propia confesión, había vivido de espaldas a la fe, oyó la llamada de Dios. Se convirtió en un fervoroso católico, un soldado de Dios.

No sabemos si se le apareció también Don Pelayo, pero aquel moderado, aquel Jordi, se transformó en un radical conservador y en un españolista de tomo y lomo, que no ha dudado aprovechar su posición como ministro del Interior para arremeter contra el soberanismo.

Su última salida de tono ha sido relacionar el yihadismo con la FundacióNous Catalans, entidad vinculada a CDC. El ministro soltó que NousCatalans había querido «captar» islamistas radicales para el independentismo, lo que «tiene sus riesgos». Antes había vaticinado que una Catalunya independiente sería terreno abonado para el terrorismo islamista. O que hay familias que no se hablan a raíz del soberanismo (cualquiera se atreve a sacar según que asunto delante de este hombre…).

Recuerden el informe policial contra Mas en plena campaña electoral y el informe acusando a Xavier Trias de tener dinero en Suiza, ambos infundados. Ha rechazado pedir disculpas por ello. Asimismo, se ha despachado criticando el matrimonio homosexual y el aborto en términos muy contundentes. Y otorgó una condecoración a Nuestra Señora Santísima del Amor.

La lista de despropósitos de Fernández Díaz es larga -podríamos añadir, por ejemplo, que cargó contra los relatores de la ONU porque criticaron la ley de seguridad ciudadana-, e imposible de resumir.

En cuanto a su ataque a Nous Catalans y, en definitiva, a CDC y a Mas, cabe decir que no parece sensato que alguien que debe combatir el terrorismo islamista arremeta contra organizaciones que tratan de promover la integración de los inmigrantes. Quizá le ha dolido que la última e impecable operación contra los yihadistas la hayan llevado a cabo los Mossos (cuyo último responsable es el president Mas) o que entre los detenidos se encuentre un conspicuo ultraderechista y, en cambio, ningún independentista catalán…

A la vista de todo ello, tal vez lo mejor que podría hacer Fernández Díaz en bien de todos es aprovechar que acaba de cumplir 65 años para -tras toda la vida viviendo de la política- apostar por la jubilación y el silencio. O el silencio y la jubilación.

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