La candidatura –aún sin nombre oficial– de la izquierda radical empieza a tomar forma. Aprovechando la reciente visita de Pablo Iglesias a Catalunya –recibido a las puertas del Ayuntamiento de Barcelona por la alcaldesa, Ada Colau –, Podemos e Iniciativa confirmaron que se presentarán juntos a las elecciones del próximo septiembre y también a las legislativas españolas.
Era obvio que iba a suceder. El objetivo es claro: tras echar a Xavier Trias de la alcaldía –donde las primeras decisiones y actitudes de Colau no desmienten los malos augurios, sino lo contrario– ahora se trata de echar a Artur Mas.
Como apuntaba en mi artículo del pasado día 15, el 27 de septiembre se va dibujando como una contienda entre dos polos políticos. El primero, a favor de la independencia. El segundo, contra Mas y tratando de sumar Catalunya a los trofeos de Podemos, fuerza contraria a la independencia, pero que trata de evitar el asunto anunciando una nueva España.
Mientras tanto, el reloj apremia a la ANC, Òmnium y los ayuntamientos independentistas a tomar una decisión a la última propuesta de Mas: que sean ellos quienes articulen una lista transversal y ambiciosa. Veremos qué resultado arroja el encargo. Y qué forma tiene. En todo caso, lo más razonable parece ser, al menos en el momento en que nos encontramos, que se haga como se haga, la principal candidatura del independentismo la encabece Mas.
Así están las cosas ante el auténtico Waterloo que va a ser el 27-S. De los principales partidos del catalanismo sabemos dónde están CDC, ERC y la CUP: en el sí a la independencia. También dónde se sitúan el PSC, Iniciativa y la Unió de Duran Lleida: del lado del no a la independencia.
El PSC, además de haberse encogido mucho, ha mutado su identidad y carácter. Los que administran Iniciativa, por el contrario, no cambian: si antes cabalgaban a lomos de los socialistas, ahora lo hacen a lomos de Iglesias. Se trata de seguir manejando poder. Además, la oportunidad –del todo real– de acabar políticamente con Mas les debe producir una excitación irreprimible.
Pero, ¿y ERC? ¿y la CUP? ¿Seguirán, especialmente la primera, utilizando obsesivamente el mantra de la corrupción y los recortes para desgastar a Mas ? Ante la perspectiva de que la izquierda indignada y autonomista gane, ¿qué va a hacer Oriol Junqueras ? ¿Va a contribuir a la conquista de Catalunya por parte de Iglesias ?
A veces parece que Esquerra estuviera como expectante, a verlas venir, para, una vez resuelta la decisiva, trascendental, batalla, sumarse, al estilo ICV, al bando ganador, sea al independentista del president Mas , sea al de Iglesias. El entusiasmo demostrado tras la victoria de Colau en Barcelona no hace más que alimentar la sospecha. Junqueras debería desmentirla absoluta y rotundamente.