El 20-D deja muy tocado el clásico modelo bipartidista, aunque PP y PSOE se hayan mantenido en primer y segundo lugar. Además, habrá que negociar, y mucho. Tales negociaciones van a ser infernales y no está claro que Rajoy siga viviendo en la Moncloa. En este contexto complejísimo, el referéndum catalán, que reclaman, además de Podemos, un puñado de formaciones, empezando por ERC y siguiendo con Democràcia i Llibertat (DLl) o IU, puede convertirse en una baza relevante. Veremos si Pablo Iglesias cumple su palabra sobre el referéndum o sus promesas acaban como el apoyaré de Zapatero.
Si el conjunto de España ha experimentado cambios, en Catalunya cabe hablar de vuelco. El éxito de En Comú Podem (ECP) ha sido arrollador y conecta con el triunfo de Colau en las municipales. Así, es plausible ver en ECP al relevo del PSC como referente de la izquierda. ERC, que multiplica por tres sus diputados, gana por poco su pulso con DLl en el campo independentista. Echemos las cuentas catalanas. El soberanismo (los favorables a la convocatoria de un referéndum) suma 29 diputados (ECP, ERC y DLl) de los 47 que se reparten en Catalunya, mientras que en el 2011 CiU, ERC e Iniciativa tenían 22 (14 en 2008). Los antisoberanistas (los que rechazan el referéndum) tienen 18 diputados (Ciutadans, PSC i PP). En 2011 eran 25 (PSC y PP).
El independentismo (ERC y DLl), por su parte, logró 17 diputados, dos menos que en el 2011, si bien hay que tener en cuenta el efecto de la ruptura entre Convergència y Unió. Hace cuatro años CiU tuvo un muy buen resultado, imponiéndose por primera vez en su historia con 16 diputados. DLl, formada en torno a Convergència, ha sumado ahora 8 escaños. La Unió de Duran queda fuera pese a superar los 60.000 votos.
Por descontado, las inacabables, inciertas y a veces incomprensibles negociaciones entre Junts pel Sí y la CUP han perjudicado enormemente a Convergència, mientras sigue sin estar nada claro, tras la jornada de ayer, que Artur Mas pueda formar gobierno en la Generalitat.