Lo primero y más importante para el Gobierno catalán y Junts pel Sí es, en mi opinión, no perder los nervios. Mantener la cabeza fría. No dejarse impresionar ni por los catastrofistas ni por los que se han lanzado ya a celebrar la muerte del independentismo.
En cuanto a los presupuestos se refiere, el Gobierno de Puigdemont tiene el deber y la obligación de intentar sacarlos adelante. (Re)negociando con la CUP, si es que eso vale la pena, y, por supuesto, abriendo las conversaciones a otras fuerzas políticas del Parlament.
Sin embargo, eso no basta. Ni tan solo de momento. JxSí no puede esperar a la cuestión de confianza anunciada sin llevar a cabo algunos cambios relevantes.
El primero, asumir que el independentismo tiene no 72, sino 62 diputados realmente operativos, es decir, con los que se puede contar de antemano.
El segundo, echar a la papelera de la historia la contraproducente declaración de ruptura del 9-N, impuesta por la CUP y aceptada por JxSí durante las negociaciones sobre la investidura, que acabaron con la inmolación del ‘president’ Mas.
La tercera, abrir el compás del tiempo y aflojar el nudo de los famosos 18 meses.
A su vez, es necesario, imprescindible, recuperar y reforzar la conexión con el en estos momentos desconcertado y disgustado sector central y centrista de la sociedad catalana, sin el cual la independencia sencillamente no es posible. Esta labor corresponde singularmente a CDC y debe ser el gran objetivo, la mayor obsesión, que guíe la transformación en qué el partido se encuentra inmerso.
*Periodista i profesor de Blanquerna-Comunicació (URL).