Los ‘comuns’ ante el futuro

El ‘president’ Carles Puigdemont reunió ayer en el Parlament el Pacte Nacional pel Dret a Decidir para hacerlo renacer como Pacte Nacional pel Referèndum. A la cumbre acudió la alcaldesa Ada Colau, igual que CSQP (Catalunya Sí Que es Pot). Sin duda, que el debate en Catalunya, de forma no abrupta pero clara, haya regresado desde la independencia al referéndum no es una anécdota. Pues no es cierto, como deslizan algunos con pésima intención, que ambas cosas sean lo mismo. Tampoco para el independentismo.

El derecho a decidir sobre el futuro, la autodeterminación, se basa en dos convicciones. La primera, que Catalunya es una nación o pueblo y, por tanto, debe poder actuar como sujeto político. Y, dos, que el principio democrático obliga –a los demócratas–a dejar en manos de los ciudadanos de ese pueblo o nación la decisión sobre cuál ha de ser su relación con, en este caso, España.

DERECHO A DECIDIR, EL ESTADO PREVIO

Si uno cree que Catalunya es una nación o pueblo, por coherencia democrática debería apoyar el referéndum. Esta posición se sitúa, pues, en un estadio previo a la cuestión sobre si sí o si no a la independencia. Como se ha señalado, el argumento emparenta íntimamente con la idea de democracia. Es precisamente por ello que son más los que reclaman un referéndum en Catalunya (casi un 85% según el último sondeo publicado por EL PERIÓDICO) que los partidarios de la independencia.

Al independentismo le interesa situar el debate más en el derecho a decidir que en la independencia. En ese terreno, además de JxSí y la CUP, pueden sentirse cómodas también las sensibilidades que representa Colau, un espacio en el que, a la vista de los datos del Centre d’Estudis d’Opinió de la Generalitat, aproximadamente uno de cada tres ciudadanos se decanta por la independencia.

ACOSO A LAS INSTITUCIONES CATALANAS

Previsiblemente, Colau y los suyos no podrán seguir por mucho tiempo limitándose a reivindicar el derecho al referéndum mientras el Gobierno del PP, pese a la propaganda de la Operación Diálogo, sigue negándose a hablar y acosando a las instituciones catalanas (Colau ha defendido públicamente y de forma solemne a los cargos institucionales encausados por la justicia española). Hay que considerar, además, que en el hemisferio izquierdo de la política catalana es donde mayor empuje tiene el independentismo. Todo ello, y también la gran ventaja electoral que parece acumular ERC sobre los demás partidos, puede obligar a la izquierda alternativa a mover ficha. Un movimiento que solo puede ser a favor del referéndum unilateral y/o la independencia. No es un detalle menor que Íñigo Errejón, número dos de Podemos, considerase hace unos pocos días legítimo un referéndum unilateral en Catalunya a la vista de que el Gobierno español no ofrece nada como alternativa.

Tengamos en cuenta que, según la encuesta de EL PERIÓDICO, el 48,9% de los catalanes tienen claro que votarán sí a la independencia mientras que el no se queda en el 40,3%. Es más: una holgada mayoría de los partidarios de la independencia apoyarían un referéndum convocado unilateralmente si el Estado continúa rechazando dialogar.

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