Cuando el ‘president’ Artur Mas convocó las elecciones del 27 de septiembre del 2015 como un plebiscito estrictamente binario sobre la independencia se equivocó. En dos aspectos fundamentales. El primer lugar, al cambiar la reclamación del referéndum por la de independencia. En segundo, al plantear un duelo en que los independentistas estrictos (Junts pel Sí y la CUP) desafiaban a todos los demás.
La llamada ‘izquierda alternativa’, y me refiero a sus cuadros dirigentes, no estaba contra la independencia ayer ni lo está hoy. Tampoco a favor. Más aún: las últimas noticias informan de que siguen intentando conjugar una compleja ambigüedad, que muchas veces se torna en insoslayable confusión.
Catalunya en Comú, el proyecto que agrupa a los llamados ‘comuns’, con Iniciativa-Verds, EUiA y Equo, decidía este pasado fin de semana tomarse el 1-O como un “acto de movilización por el derecho a decidir”. El referéndum, como tal, dicen, no lo ven claro.
El líder más visible de la amalgama que conforma el citado espacio político es Ada Colau, alcaldesa de Barcelona. Tanto es así que se habla con normalidad de colauismo. Desde el independentismo se le han recordado vehementemente a Colau, con toda la razón del mundo, sus soflamas del pasado a favor de la autodeterminación. En el pasado, por ejemplo, proclamó su disposición a enfrentarse, si fuera necesario, no solo al Estado, sino también a Europa y a quien hiciera falta.
Tras la tempestad de críticas recibidas por sus bandazos, la alcaldesa señalaba este lunes que, pese a las dudas en torno al referéndum, su predisposición personal a participar en él es plena. Añadió que, en todo caso, el ayuntamiento facilitará su desarrollo.
Como sucede con Podemos, los ‘comuns’, el colauismo, reúnen los rasgos suficientes para ser considerados populistas. El populismo, naturalmente, no es solo de derechas. El populismo habita también a la izquierda. Colau, a su vez, encaja con poca dificultad en la caracterización de lo que es un líder populista. Los líderes populistas no entienden de matices y se ven a sí mismos como encarnación y portavoz del pueblo.
NADAR Y GUARDAR LA ROPA
El problema, la dislocación se produce cuando el líder populista llega al poder y aquel mundo simple de buenos y malos revela sus múltiples matices. Y sobre todo cuando el líder populista y los de su alrededor se dan cuenta de que tienen mucho que perder. Es lo que les está sucediendo a Colau y a los ‘comuns’. Simplemente hacen cálculos y sus cálculos les dicen -entre otras cosas porque sus bases se hallan divididas sobre la independencia- que lo mejor es mantenerse en la ambigüedad. Tratar de nadar y guardar la ropa. Y eso hacen tan bien o tan mal como saben.
Pese a la situación que se ha creado, no es buena idea para el independentismo sumar a los ‘comuns’ o colauistas al unionismo, como hizo Mas a raíz de las famosas elecciones plebiscitarias. Tampoco perder la cabeza por seducir a sus dirigentes. Más bien ha de dedicar todas sus energías al 1-O. Los ‘comuns’ se apuntarán al carro o no se apuntarán según lo que crean, en grupo e individualmente, que más les conviene.