La secuencia es la que sigue: resultados de la encuesta del CEO, que otorga la hegemonía soberanista a ERC (viernes); declaraciones de Marta Pascal censurando a Carles Puigdemont: “Catalunya no se puede dirigir desde Waterloo” (domingo); presentación pública en Barcelona del libro de Carles Campuzano ‘Reimaginem la independència’, editado por Catarata (lunes).
Las declaraciones de Pascal en ‘La Vanguardia’ y de Campuzano y la misma Pascal en el acto de presentación de la obra del primero significa que ellos, y con ellos otros muchos independentistas postpujolistas, han decidido dejar de callar y, como se anunció en la Casa del Libro del paseo de Gràcia, empezar a llamar las cosas por su nombre, porque “algunas obviedades conviene decirlas” (Campuzano). Enfatizó también Campuzano, independentista prácticamente desde adolescente en su natal Vilanova i la Geltrú, que la lógica del ‘tenim pressa’ ha resultado letal para el independentismo y que debe serenarse la discusión entre Catalunya y España. Hay que evitar que el conflicto se enquiste, insistió, y salir del callejón sin salida en el que nos encontramos. En el centro de sus prioridades, el hasta ahora diputado en el Congreso -lo ha sido durante 23 años- sitúa la unidad civil catalana, condensada en el irrenunciable lema catalanista de “un sol poble”.
El espacio destinado a la presentación quedó muy pequeño, y la gran mayoría del público -entre ellos antiguos dirigentes y cuadros convergentes- tuvo que quedarse de pie. Durante el tiempo en que duró el acto, en el que tomó también la palabra el exconsejero Lluís Recoder, nadie pronunció el nombre de Puigdemont. Sin embargo, la figura del vecino de Waterloo se mantuvo siempre flotando en el ambiente, en el subtexto, en aquello no dicho explícitamente por los intervinientes. Fue Carles Puigdemont quien el pasado verano forzó sin contemplaciones la renuncia de Pascal como coordinadora general del PDECat. También es él quien ha echado a Campuzano, entre otros, de la candidatura para las elecciones del 28-A.
El momento adecuado
Mientras escuchaba a Pascal, algún asistente no pudo evitar exclamar, en voz baja pero audible: “¡Ya era hora!”. Muchos deseaban que los discrepantes se plantaran y defendieran abiertamente un análisis y una estrategia realistas, una estrategia hacia la independencia que no pase por el choque constante y, a su entender, contraproducente con el Estado. Otros, por su parte, hubieran preferido esperar antes de trasladar a campo abierto una batalla que hasta ahora se había intentado mantener soterrada. Alcaldes y concejales consideran que un enfrentamiento con Puigdemont y sus partidarios no es ahora prudente y que convendría, si acaso, esperar al menos a después de los comicios municipales.
Pascal, que definió a ‘Campu’ como uno de sus maestros, quiso subrayar el europeísmo de su compañero y amigo, amén de alabar su curiosidad intelectual y, sobre todo, su estilo de hacer política: “Él respeta a todo el mundo”. Cerró sus palabras citando una canción del grupo Txarango: “Tant de bo que la vida no fos batalla i que et tregui a ballar quan balla”.
Incógnitas de futuro
En realidad, nadie sabe qué va a suceder en el seno del conglomerado Junts per Catalunya, que agrupa a puigdemontistas y pospujolistas pragmáticos como Pascal y Campuzano. Tal vez las hostilidades queden más o menos congeladas, o continúe el intercambio público de golpes. De momento tanto Puigdemont como los suyos han reaccionado con notable hostilidad. Veremos qué hacen unos y otros en los próximos días.
Al margen de ello, no está claro que los pospujolistas que no comulgan con la actitud y la estrategia de Puigdemont compartan al cien por cien el discurso de Campuzano, quien, en la presentación de su libro, se sumó de hecho al consenso de izquierdas sobre el futuro del país. Un consenso nítidamente socialdemócrata, casi indistinguible de la posición ideológica que, por ejemplo, sostiene Esquerra Republicana. Hay que tener en cuenta, en este punto, que, entre los críticos con la actitud y estrategia de Puigdemont, además de personalidades de centro-izquierda, como Campuzano, se hallan también no pocos independentistas liberales y de centro, así como de centro-derecha. En paralelo, los críticos con Puigdemont observan cada vez de forma más evidente al expresidente Artur Mas, que siempre se ha mantenido perfectamente conectado con lo que sucedía en su partido y en el campo independentista. Algunos especulan, a veces con mal disimulada esperanza, sobre el retorno del ‘president’ a la actividad política cuando el año que viene termine su inhabilitación. También en relación al futuro de Mas habrá que estar atentos.
Periodista. Profesor de Blanquerna-Comunicació (URL).