Después de atravesar el umbral del Palau de la Generalitat muy serio, tieso como salido de un molde, Pedro Sánchez se encerró por tiempo de hora y media con el ‘president’ Quim Torra. Durante el encuentro, el presidente español depositó sobre la mesa un documento con 44 puntos sobre Catalunya.
Esos puntos, en los que no se entró durante la conversación, recogen toda una serie de problemas importantes. Soluciones a todos ellos fueron reclamadas en el pasado por los presidentes Artur Mas, Carles Puigdemont y el propio Torra (por no remontarnos más atrás). En el documento de Sánchez no se ofrecen propuestas concretas, pero sí se expresa la voluntad de buscar acuerdos. Entre los 44 puntos se hallan, por ejemplo, diferentes aspectos competenciales, así como relativos a las inversiones y la financiación catalana.
Que Sánchez acudiera con el texto bajo el brazo a la comprometida cita puede interpretarse como una cortina de humo o una maniobra de despiste, toda vez que la reunión se había convocado para empezar a tratar del asunto de fondo, es decir, el conflicto entre Catalunya y el Estado. Ambas partes saben perfectamente que esas negociaciones van para largo, que están previstas elecciones en Catalunya y que, de todos modos, es casi imposible hallar una salida al complejo laberinto.
Esta vez Torra anduvo rápido de reflejos. Al referirse luego a los 44 puntos, dejó claro que deben abordarse en la Comisión Bilateral Estado-Generalitat, y no en la mesa de diálogo sobre el conflicto político. Mezclar las cosas es dificultar más todavía un proceso terriblemente enrevesado. Ambas agendas deben impulsarse, sí, pero en paralelo, separadamente.
No acertó, en cambio, ERC, que, por boca, primero, del ‘conseller’ Alfred Bosch -encargado de convocar la Comisión Bilateral-, y luego a través de otras voces, enfatizó que lo prioritario y urgente es la mesa de negociación sobre el futuro político de Catalunya. Se invirtieron, pues los papeles, y los pragmáticos de ERC desdeñaron abordar problemas que entorpecen desde hace mucho la buena gobernación de la Generalitat.
Final incierto
¿Cómo se explica la contradicción? Ya me disculparán, pero solo se me ocurre un posible razonamiento. El siguiente: en Esquerra Republicana desean situar el foco sobre las negociaciones políticas porque estas van para largo y su final es incierto. En cambio, en relación a los 44 puntos es posible alcanzar resultados positivos en un período relativamente breve de tiempo. Considerando lo anterior, bien pueden discurrir en ERC: esperemos a las elecciones al Parlament y luego, cuando lideremos el Govern, ya recogeremos el fruto de las negociaciones sobre los problemas prácticos, concretos, del día a día.
La jugada, como ven, se sustenta por parte de ERC en una suposición. Esto es, que va a gobernar tras imponerse en los comicios. La fecha en que las urnas se han de abrir la revelará Torra tras la aprobación de los presupuestos, que, por cierto, unos y otros forcejean también por capitalizar. Huelga advertir de que el tipo de cálculos mencionados, máxime cuando hablamos de Catalunya,