Las conversaciones de David Bonvehí en Waterloo, primero, y en la cárcel de Lledoners, después, no fueron bien. No funcionaron. Más bien lo contrario. Pese a la buena predisposición del presidente del PDECat, lo que se encontró ante sí fue un muro. Un planteamiento binario, sin posibles caminos intermedios. O blanco o negro. Esto son lentejas, si quieres las comes y si no las dejas.
O el PDECat se disuelve en un ente mayor bajo el mando de Carles Puigdemont sin amagos ni remilgos, o deberá buscarse la vida en solitario. Dicho muy escuetamente, esta es la esencia del mensaje que captó Bonvehí y transmitió luego a su gente de confianza. La apuesta de Bonvehí es distinta. Ellos están por formar una coalición entre Puigdemont (la Crida) y el PDECat. Una asociación negociada y pactada de igual a igual.
Entregar activos a cambio de muy poco
En el PDECat rechazan que se les intente someter, que se les fuerce a pasar por el aro, como tantas veces ha ocurrido antes (recordemos, por ejemplo, de qué manera Puigdemont descabalgó a Marta Pascal, hoy en el colectivo El País de Demà, o cómo dictó la lista electoral de diciembre de 2017).
Aunque las negociaciones no están rotas, en el PDECat creen injusta la postura de Puigdemont y la Crida. Supondría, temen, entregar todos sus activos a cambio de muy poco, al margen de verse obligados a acatar el mando y ordeno del presidente refugiado en Bélgica. Los activos del Partit Demòcrata no son poca cosa. Alcaldes y concejales en todo el territorio, otros responsables institucionales, estructura organizativa, militantes y cargos que aportan dinero a las arcas del partido…
En el PDECat no son ingenuos y saben de la fuerte atracción que ejerce la figura de Puigdemont, que se ha convertido en un líder patriótico, y, por consiguiente, alcanza más allá de lo puramente político o partidario. El acto de Perpinyà, nadie lo niega, fue una impresionante, incomparable, demostración de fuerza. Aunque desde el Partit Demòcrata matizan: “Había muchísimas personas, muchísimas, cierto, pero una buena parte de ellas no nos van a votar en la vida”.
Pero, por otra parte, ¿qué ideología encarna Puigdemont? ¿Es de izquierdas, liberal, progresista, conservador? En el PDECat les incomoda renunciar a sus posiciones, tanto en relación con la independencia -no comparten que nos hallemos en los albores de la “lucha definitiva”- como en el plano netamente ideológico.
Pese a que todo está todavía en el aire, el tiempo apremia. Y Bonvehí deberá decidir más pronto que tarde qué hay que hacer, cuál es su decisión. En la cúpula del Partit Demòcrata se mantienen a la espera -alguno conteniendo la respiración- mientras el presidente del PDECat aparece estos días un tanto atenazado por las dudas y la responsabilidad.
Una asamblea de resultado incierto
Sea como fuere, ¿está en condiciones Bonvehí de plantar cara? Según cómo se mire. Los suyos calculan que obtendría el apoyo de la dirección e incluso del consejo nacional del partido. También de la mayoría de alcaldes, concejales y otros cargos institucionales. No está nada claro, sin embargo, que se impusiera si la última palabra recayera en la asamblea (congreso) del PDECat.
Si finalmente Puigdemont rompe con el PDECat, este partido se presentará a las elecciones anunciadas por el ‘president’ Quim Torra. Puede que en solitario o tal vez buscando alianzas. ¿Por qué no con El País de Demà, un buen puñado de cuyos impulsores provienen del PDECat? Si obtuvieran representación -¿cinco, ocho, once diputados?- resultaría imposible un nuevo Gobierno independentista en la Generalitat sin su apoyo (desde dentro o desde fuera del Ejecutivo).