Las cosas pintan hoy mejor que un tiempo atrás para los que, como su secretario general, Jordi Turull, intentan que el barco de Junts per Catalunya encuentre finalmente su rumbo. Esto es así porque el sector recalcitrante, el que antepone enfrentarse al Estado a ganar la partida a largo plazo, ha acumulado una serie de derrotas y equivocaciones significativas.
Laura Borràs arrasó en las primarias para liderar la candidatura de Junts a la Generalitat, pero luego su quehacer, tanto como presidenta del Parlament como del partido, ha dejado bastante que desear. En la Cámara, a raíz del ‘caso Juvillà’ -en el que Borràs incumplió de forma flagrante sus promesas- y en el asunto de los pagos a funcionarios que habían dejado de trabajar. Además, su estilo se ha movido con demasiada frecuencia en la frontera entre lo institucional y lo sesgado, acumulando un exceso de protagonismo. Como presidenta del partido, sus huestes no ganaron prácticamente ninguno de los envites que se suscitaron durante el congreso de JxCat, celebrado en dos partes.
Tampoco salieron las cosas como habían soñado los llamados -simplificando en exceso- ‘lauristas’ cuando se le abrió a su líder juicio oral por unos hechos -supuesta fragmentación de contrato- acaecidos cuando se encontraba al frente de la Institució de les Lletres Catalanes. Se la acusa de los delitos de falsedad en documento público y prevaricación, por lo que la fiscalía pide seis años de prisión y veintiuno de inhabilitación. En aplicación del reglamento, la mesa del Parlament -en que, aparte de Junts, se encuentran el PSC, ERC y la CUP- la despojó de sus derechos y deberes como diputada y presidenta de la Cámara. Solo se opuso la representante del partido de la afectada, Aurora Madaula.
Borràs se despidió de sus responsabilidades en el Parlament arremetiendo taurinamente contra los miembros de la Mesa que habían acordado echarla y culpando a ERC y la CUP de traición. Insistió para defenderse en que su caso constituye un ejemplo más de la represión del Estado contra el independentismo. La salida de Borràs estuvo precedida por la indignación causada en sectores políticos e informativos por la improcedente bronca de uno de los adláteres más ardorosos de Borràs, Francesc de Dalmases, a una periodista por las preguntas formuladas a la todavía presidenta en un programa de TV-3.
Turull prefirió, desde el primer momento, por dar públicamente a Borràs todo su apoyo. En el sector pragmático, el que encabeza el propio secretario general de Junts, se preveía que Borràs y los suyos intentaran que el partido abandonara el Govern. Al fin y al cabo, los republicanos habían votado por expulsar a la presidenta y cabeza de cartel de Junts del Parlament. Pese a que varias personas afines a Borràs lo verbalizaron y de alguna tentativa en el interior del partido, enseguida quedó claro que el sector recalcitrante carecía de la fuerza suficiente para imponer la ruptura con ERC.
Entre los que tenían más claro que JxCat debía permanecer en el Ejecutivo se hallaban los ‘consellers’ y sus equipos. El sector pragmático está convencido de que su gestión en el Govern es su mejor baza, también frente a ERC. Consideran, además, que una ruptura con los republicanos sería severamente castigada en las elecciones municipales y españolas de 2023. Una rotunda muestra de esta posición la dio la ‘consellera’ Victòria Alsina en una entrevista publicada en el diario ‘Ara’, horas antes de que la Mesa del Parlament suspendiera a Borrás: “La mejor manera de hacer valer el programa electoral es estar en el Govern. Por tanto, yo creo que tenemos que continuar en el Govern”.
¿Qué va a suceder en Junts a partir de ahora? Todos están pendientes de que las vacaciones estivales terminen para saber qué actitud adopta Borràs. La primera opción es que, aun manteniendo su postura diferenciada y la pulsión del ‘tenim pressa’, colabore lealmente con Turull y el resto de la dirección. Este escenario podría permitir que la nave de Junts, el partido, se estabilice y se parezca un poco más a ERC, donde la disciplina y la unidad impuestas son férreas. La segunda posibilidad pasa porque Borràs, liberada de sus obligaciones en el Parlament, de rienda suelta a su ardor y se dedique en cuerpo y alma a fortalecer a su sector y su protagonismo, algo que podría desembocar finalmente en el choque interno, muy perjudicial para el futuro de Junts.