Alumbrar un nuevo liderazgo en Galicia le está costando Dios y ayuda al PP. Horrores. Ya todos sabían que Alfonso Rueda no es John F. Kennedy, por eso diseñaron una campaña de perfil bajo, sin correr riesgos, confiando en la inercia de tantos años de poder y en la red territorial popular, que abraza estrechamente las ciudades y pueblos gallegos. Se trataba de hablar poco de problemas concretos y echar mano del ataque a Sánchez y la demonización de Puigdemont. A ver si la gente se olvidaba, por ejemplo, de la pésima gestión de la Xunta de la crisis causada por la marea de pellets que, evocando al desastre del ‘Prestige’, inundó las playas y costas gallegas.
Para intentar conseguir la mayoría absoluta -que el PP necesita para seguir mandando- y aupar al poco carismático Rueda, Feijóo se puso el mono de trabajo y aterrizó en su tierra. Entonces el PP convocó a los periodistas para contarles cosas ‘off the record’, es decir, manteniendo la fuente de la información en secreto. En ese encuentro se produce el desliz sobre el indulto, sujeto a condiciones, para Puigdemont y la confesión de que el PP estudió una amnistía. Sorpresa general. Perplejidad y aturdimiento en entre los populares. Resulta que quien lo explicó fue -como se ha destapado- Feijóo en persona. ¿Cómo puede esperar alguien que se mantenga un ‘off the record’ con dieciséis periodistas? Es de párvulos de política.
Pero, ¿por qué Feijóo realiza tales declaraciones? Una hipótesis dice que por temor a que Puigdemont revele la verdad sobre las negociaciones entre el PP y Junts. Otra, que pretendía dibujar un horizonte de entendimiento con los posconvergentes. Añado una tercera, porque en política no todo responde a un plan: simplemente, Feijóo la pifió, cometió un error no forzado, completamente absurdo. Todo ello no ha hecho más que disparar el pánico en el PP, lo que explica que el presidente y candidato Rueda se ausentara del debate en RTVE del miércoles. En estos momentos los populares se entregan a rezar todo lo que saben para que suene la flauta.