El vuelco geoestratégico ejecutado por Donald Trump compromete seriamente a Europa, especialmente en tres frentes: económico, político y militar. Centrémonos hoy en los dos últimos. Trump ha insultado y maltratado a Volodímir Zelenski. Estados Unidos ha pasado de combatir a Rusia a convertirse en la gran baza para que Putin pueda proclamar que ha vencido a Ucrania. Trump olvida que Rusia es la agresora y ha llegado a culpar a Zelenski de la tragedia. No solo eso, sino que exige contraprestaciones millonarias por la ayuda que Washington le ha venido prestando. Ofende a la vez a la UE, a quien niega cualquier papel en el final de una guerra en que está por completo implicada -su contribución ha sido mayor que la de EEUU- y que se desarrolla en su territorio. Tanto Trump como Musk han apoyado públicamente a formaciones de la extrema derecha europea. El presidente ha amenazado además a los europeos con revisar la Alianza Atlántica si no se involucran mucho más. La OTAN es el gran paraguas defensivo de Europa desde la II Guerra Mundial, pero está sostenida mayormente por los estadounidenses.
En este escenario, es evidente que las capitales europeas deben tomar decisiones políticas de hondo calado, pero también, ineludiblemente, tienen que destinar presupuestos mucho mayores a defensa. Trump obliga a Europa a hacerse adulta en esta cuestión. Hace mucho que Washington reclama a los europeos más inversión. Trump lo está haciendo ahora de forma abrupta y hostil, fiel a su estilo. ¿Y España? España es la cuarta economía europea y la tercera de la UE. Pese a ello, su contribución en defensa es relativamente modesta. Según las estimaciones de la OTAN, está destinando el 1,28% de su PIB, lo que la sitúa a la cola de los 32 estados de Europa y América del Norte que forman parte de la asociación. Debería estar en el 2% (el Gobierno de Pedro Sánchez esperaba llegar a ese nivel en 2029). Sin embargo, Trump ha hablado ya del 5%, y Mark Rutte, secretario general de la OTAN, ha dejado claro que Europa debe gastar mucho más, y ha señalado que el objetivo es situarse por encima del 3%. Todo ello interpela a los gobiernos europeos y, directamente, al español, que, como se sabe, hoy depende de distintos aliados de izquierdas, empezando por Sumar y Podemos, de entrada nada dispuestos a multiplicar el presupuesto militar. ¿Qué va a hacer Sánchez?