Voy a decirlo claro de entrada, a sabiendas de que quizá alguien deje de leer inmediatamente este artículo: la propuesta de lista soberanista sin políticos me parece un gran disparate, tanto en cuanto a eficacia (maximizar el número de votos) como intelectual y moralmente.
Marginar a los políticos significa, entre otras cosas, convertir en diputados a unas decenas de personalidades civiles para que se enfrenten a la etapa más tensa y compleja de nuestra historia reciente. Sin cohesión alguna, sin mecanismos de coordinación real. Con un presidente, quien sea, sin experiencia suficiente. Avancemos un poco en la pesadilla e imaginemos que, además, a esos diputados novatos con ideologías diferentes les tocara estar en la oposición…
Y con los votos, ¿qué podría ocurrir? ¿Va a gustar a los votantes de las CUP, ERC y CDC que sus dirigentes, sus referentes, no estén en la lista? Pensemos especialmente en los de CDC, la fuerza que debe aportar más papeletas a la lista conjunta. ¿Van a aceptar los convergentes una candidatura que sacrifica al partido y, encima, sentencia a Mas ? ¿Van a votarla después de que se haya humillado a su líder? ¿Cuando se pretende dejar a la intemperie no solo a quien más ha hecho y más ha arriesgado por el proceso soberanista, sino también a alguien sobre quien pesa una querella de la fiscalía por el 9-N?
Otra pregunta no menor: ¿Qué movimiento transformador medianamente maduro y decente asesina a su líder antes de la batalla crucial?
Podría continuar, pero creo que no vale la pena. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? No se puede entender desde la razón. Del mismo modo que no se comprende que ERC rechazara la fórmula de lista única propuesta por Mas el 25 de noviembre, que, entre otras cosas, permitía a Junqueras sucederle al cabo de 18 meses.
Creo que para aproximarse al despropósito hay que tener en cuenta dos factores, ninguno muy presentable. En primer lugar, el odio estomacal, irresistible, contra Mas . Un odio que se ha apoderado de algunos de los que se llaman independentistas. Un odio que sueña con vaciarle un ojo al president aun al precio de quedarse uno mismo tuerto también.
El segundo factor: una parte de la izquierda independentista se ha tragado la propaganda del antisoberanismo tanto de izquierdas –Podemos, PSC, ICV-EUiA, etcétera– como de derechas –PP, C’s, Duran– que señala a Mas como el problema. La colonización mental que sufren ciertos independentistas les ha llevado a concluir que hay que acabar con Mas como sea. No solo eso: abrazan la idea inquietante y predemocrática según la cual los políticos son seres contaminados, malvados e inútiles por naturaleza. Lo bueno del caso –por decir algo– es que eso lo hayan interiorizado personas que llevan media vida o más en política.