Esta semana será muy intensa. Sin embargo, como todas, pasará. Empezará hoy con la votación de la declaración que anuncia el inicio de la transición a la independencia, la puesta en pie de estructuras de Estado y el no acatamiento del orden jurídico-legal español. La declaración será suspendida tras el casi inmediato recurso del Gobierno español ante el Constitucional. Esta semana veremos también, si un quiebro gigante no lo remedia, cómo la CUP impide que Artur Mas, el candidato de Junts pel Sí a la presidencia de la Generalitat, sea investido. El president y todo su gobierno seguirán en funciones una buena temporada.
Hasta aquí lo que se espera, aunque de ningún modo hay que descartar imprevistos. Inmediatamente después de todo ello, los partidos y los medios de comunicación catalanes se concentrarán en las elecciones españolas del 20 de diciembre. A ellas no va a concurrir Junts pel Sí. ERC ha preferido andar sola esta vez. CDC, por su parte, aspira a ganar en una disputa que se presenta reñida sobre todo con ERC, PSC y Ciutadans, a la espera de que la candidatura de En Comú Podem muestre si tiene músculo suficiente.
En el campo independentista, CDC y ERC deberán retener sus correspondientes votantes, aquellos que el 27-S prestaron a JxSí. Igualmente, van a intentar atraer a los que en las elecciones plebiscitarias apostaron por la CUP. No es poco, pues, como recordarán, la CUP –que no compite en diciembre– sumó cerca de 340.000 papeletas, que quedarán ahora huérfanas. Tras esta semana, en definitiva, todos, independentistas, soberanistas y antiindependentistas, van a ponerse en modo elecciones. La cita del 20-D ocupará completamente sus mentes y corazones, y su horizonte.
Los partidos de ámbito español hace ya días que están en precampaña. La declaración del Parlament que se vota hoy ha sido procesada, por consiguiente, como un elemento –precioso para algunos– del que sacar provecho en la carrera hacia las urnas. Por eso dije, en el artículo del pasado lunes, que la declaración es precipitada y que alimenta las ambiciones de los españolistas duros Mariano Rajoy y Albert Rivera.
Esta semana en la que nos adentramos, decíamos, pasará. La precampaña se impondrá y, tras los comicios de diciembre y con los resultados en la mano, el paisaje será otro, no necesariamente mejor. Lo que hemos llamado el proceso ya no será lo mismo. Todos deberán resituarse. Reprogramarse. Si hay que repetir las elecciones catalanas ello devendrá innegable. Pero si no las hubiera también habrá que reprogramar. Reprogramar análisis, objetivos, estrategias y también ritmos. El movimiento soberanista e independentista no se evaporará, no desaparecerá en absoluto, pero la dinámica tendrá que ser otra notoriamente distinta.