Supongamos que en la máquina del millón en que se han convertido las negociaciones para investir presidente del Gobierno en España, con los argumentos de Pedro Sánchez rebotando de aquí para allá en busca de apoyos, la caprichosa bola queda atascada y hay que recurrir a los independentistas de ERC y de Democràcia i Llibertat (DLl). Que la bola se encalle supone aquí que o los dos grupos catalanes se abstienen o Sánchez es cruelmente devorado, pues, tanto si el PP consigue gobernar como si hay que repetir las elecciones, el actual secretario general del PSOE será fácil presa de sus compañeros de partido.
Por descontado que la bola pueda quedar varada en Catalunya horroriza a Sánchez, que está advertido y requeteadvertido de que a los de ERC y DLl ni agua. Lo expresó muy gráficamente el presidente de la Junta de Extremadura hace poco, cuando resaltó que ceder en lo del referéndum mataría al PSOE. Fernández Vara añadió que posibilitarlo daría a entender que los socialistas no tienen claro el proyecto de país. El extremeño prefiere, pues, a Ciudadanos como socio, con el que, afirmó, coinciden los socialistas en su proyecto de España. Un proyecto, me temo, centralizador y homogeneizador y, en el fondo, ni justo, ni democrático.
Ante este panorama, y volviendo a la máquina del millón, ¿qué deberían hacer los independentistas de ERC y DLl? O se abstienen y salvan a Pedro Sánchez o lo tumban y abren la puerta a un gobierno del PP o a nuevas elecciones. Los independentistas saben, claro, que exigirle el referéndum es, prácticamente, como darle al candidato del PSOE una patada en el trasero.
De entrada, lo más importante que deben tener en mente ERC y DLl es que su objetivo fundamental, hoy, es lograr una mayoría amplia favorable a la independencia de Catalunya. Eso es lo estratégico.
En cuanto a la táctica: por una parte, el fracaso de Sánchez puede desembocar en un gobierno del PP. A muchos independentistas votar contra el PSOE es lo que les sale del cuerpo. Están convencidos, además, que a Catalunya le conviene que el PP mande, pues ha acreditado ser una excelente fábrica de independentistas.
Por otra parte, el independentismo también sabe, o debería saber, que los partidarios que le faltan han de llegar en su mayoría de la izquierda (no del PP ni de Ciudadanos). Por consiguiente, puede irles bien un gobierno de coalición de PSOE, Podemos e IU, un gobierno que –de ello están seguros los independentistas– evidenciaría que también la izquierda rechaza las demandas catalanas. Una vez desenmascarada la izquierda española, una parte sustancial de los catalanes en la órbita del colauismo, de Podemos y de ICV-EUiA (y quizá también algunos del PSC) se rendiría ante lo evidente y apostaría por separarse de España.