Nos deslizamos ya sin remedio hacia las urnas. En su día, Pedro Sánchez hizo, lo escribí entonces, lo que debía: intentarlo, aun siendo una operación casi imposible. Su partido y un puñado de poderes fácticos le habían advertido seriamente en contra de un posible pacto de izquierdas. Les horroriza Podemos y les horroriza la idea del referéndum en Catalunya. Solo le quedaba Ciudadanos y presionar luego a Pablo Iglesias para doblegarle. Como sabemos, no salió bien.
Aunque la mandamás socialista, Susana Díaz, amagó con descabalgarlo tras el horrible resultado de diciembre, Sánchez va a tener otra oportunidad el 26-J. Se la ha ganado. Sin embargo, la situación no se presenta, a priori, mejor que antes.
Desconozco, como todo el mundo, qué va a pasar, pero no me resisto a hacer algunas cábalas. Aparentemente, la suma de PP y Ciudadanos no va a decrecer. Por la izquierda, la coalición en ciernes entre Podemos e Izquierda Unida puede aupar al tándem Iglesias-Garzón, relegando por primera vez al PSOE a tercera fuerza. El famoso ‘sorpasso’.
Las dos grandes ofertas de izquierdas compiten por el elector que quiere echar a Rajoy y al PP del poder. Por el ‘voto útil’. Va resultar una lucha muy reñida, a vida o muerte. Si se consuma el acuerdo entre Podemos e IU, tal batalla va a ponérsele realmente cuesta arriba al PSOE, a quien le pesa ser parte del statu quo y la ‘vieja política’.
El ‘sorpasso’ de Iglesias-Garzón dejaría a Sánchez acorralado. Con malas cartas. O irse a casa, o entregar –por activa o por pasiva– el poder al PP, o entregárselo a los izquierdistas. En las dos últimas opciones, el PSOE podría tanto participar en el Gobierno como mantenerse fuera. Tal vez habría una cuarta posibilidad: negarse a todo y propiciar otras elecciones, algo impensable.
Descartemos la primera y la cuarta opción. Sánchez no puede contribuir a la continuidad del PP. En las actuales circunstancias sería inmolar al PSOE, que no lo resistiría. De las dos opciones, el Gobierno de izquierdas es claramente la menos mala, aunque suponga desoír al IBEX-35 y soportar a los ‘felipegonzález’ y ‘cebrianes’ de turno, además de desencadenar una algarada en el partido. Si el PSOE lograra resistir a podemitas y poscomunistas y colgarse la medalla de plata, la perspectiva de pacto a la izquierda gana bastante.
¿Mejoraría España con el PSOE y Podemos-IU? En algunas cosas sí, claramente, y en otras para nada. Pese a ello, hay que valorar otro elemento, que no es, a pesar de que a alguien se lo pueda parecer, nada irrelevante: las diversas calamidades cometidas por el PP –entre ellas, ser el epicentro de la corrupción en España– resultan de tal gravedad que no deberían quedar impunes. Aunque solo fuera por un cierto sentido de la justicia histórica e, incluso, de la dignidad colectiva.