En el relato político de la España de hoy la descripción de las penalidades para conseguir investir presidente y formar gobierno se han convertido ya, creo que podemos afirmarlo, en un subgénero en sí mismo. Tal subgénero se ha ido forjando a lo largo de nueve meses, todo un embarazo, hasta completarse con sus reglas, sus supuestas certidumbres y sus propios sobreentendidos.
Lo primero que requiere cualquier narrativa es mantener la atención, conseguir el interés del público, así como una trama que dé sentido, aunque sea aparente, a aquello que ocurre fuera del relato, a lo que se da en la realidad, en el ‘mundo real’.
Bien, pues la crónica de la investidura esquiva ha establecido que las elecciones autonómicas en el País Vasco y en Galicia van a desequilibrar la lucha entre Rajoy y Sánchez por la Moncloa. No me pregunten por qué no se han enfatizado otros elementos, como, por ejemplo, el inicio del juicio por las tarjetas ‘black’, que sentará a Rato –quien un día pudo suceder a Aznar en el PP- y a Blesa en el banquillo. La cuestión es que al argumento ha dado un rodeo por el norte.
MALOS RESULTADOS SOCIALISTAS
El foco se ha situado en discernir si unos malos resultados de los socialistas en el País Vasco y en Galicia –como así ha sido- van a hacer que Sánchez se arrugue, renuncie a intentar reunir una mayoría y, además, tire la toalla y permita que Rajoy sea presidente sin necesidad de otras elecciones, las terceras.
Lo primero que hay que decir es que los socialistas no podían obtener un buen resultado ayer, 25 de setiembre. En el País Vasco, la cosa estaba en ver por cuánto les superaba Podemos, que, en efecto, les ha desplazado a cuarta fuerza. En Galicia, el problema era parecido. En este caso el peligro era caer al tercer lugar, por detrás de En Marea, el socio gallego de Podemos, algo que también ha sucedido, aunque por un pelo.
Supongamos que efectivamente los resultados de ayer puedan condicionar a Sánchez y su círculo de confianza (para que los resultados les afectaran estos deberían distar de sus previsiones, que desconocemos). Aun así, está por ver que un supuesto chasco ayer les doblegue. Su reacción bien podría ser la contraria: apretar los dientes, hincar los pies, tensar los músculos y lanzarse hacia el o todo o nada, ¿no?
LEVANTAMIENTO INTERNO
Más que lo de ayer, a Sánchez debe preocuparle el levantamiento en el seno del PSOE promovido y liderado por Susana Díaz, un ataque absolutamente inoportuno e incomprensible desde el punto de vista de la mínima lealtad y del bien de un partido, el PSOE, que se halla en horas muy difíciles.
A mi entender, Sánchez no ha de variar sus planes, que pasan por resistir el ataque interior y las presiones exteriores, e intentar convencer a Podemos y al PNV –la mayoría del cual puede completar en Euskadi-. En ese contexto, no se explicaría que Rivera se negara a colaborar y forzara nuevas elecciones. Por su parte, y esta es mi opinión algo hoy improbable, los independentistas catalanes deberían colaborar, gratis, a cambio de nada, para echar a Rajoy de la Moncloa.