Quizá la transformación más relevante en el mapa de partidos español desde la Transición para acá sea la división de la derecha en dos grandes partidos, PP y Ciudadanos. Hasta la irrupción de Cs, la derecha siempre se había reunido bajo el mismo techo, algo que se halla en la base de sus victorias electorales. La posibilidad de que Vox -que llenó este mismo octubre el madrileño Palacio de Vistalegre- obtenga representación institucional viene a añadir un tercer invitado, que, pese a su pequeño tamaño, está ejerciendo una fuerza gravitacional notable tanto sobre PP como sobre Ciudadanos.
Pablo Casado, Albert Rivera y Santiago Abascal tienen bastantes cosas en común, más allá de su (relativa) juventud. La primera de ellas, su ideología. Los tres están situados hoy en la extrema derecha o cerca de ella. En el caso de Abascal, su radicalismo es manifiesto. En el caso de Casado -su primer viaje al extranjero como líder del PP fue para abrazar al extremista canciller austriaco Sebastian Kurtz- y Rivera, deviene evidente unas veces, mientras se mantiene latente, sobrentendido, en otras.
Además de su ideología, o justamente por eso, los tres se reconocen como camaradas. Aunque es verdad que sus relaciones han sufrido altibajos en el tiempo, se saben en el mismo bando. Hasta no hace tanto, Abascal -proveniente del PP- y el líder de Ciudadanos se llamaban “amigos”. El primero llegó a firmar en el 2013 el manifiesto del Movimiento Ciudadano de Rivera y hace unos días anunciaba que el domingo acudirá al acto en Alsasua (Navarra) organizado por la plataforma del líder de Cs, España Ciudadana.
Les une también la figura de José María Aznar, erigido como una especie de preceptor y guía para los tres. Hace unos días, justo antes de presentar flanqueado por Casado su último libro, Aznar alababa al ultra Abascal, “un chico lleno de cualidades”. El expresidente del Gobierno español llegó a pedir al de Vox que “oriente políticamente sus aptitudes donde las tuvo en otros momentos”, esto es, que regrese el PP. En su día Aznar mimó a Rivera como opción de futuro y ariete contra el ‘blando’ Mariano Rajoy. Así, por ejemplo, el año pasado el líder de Cs era invitado a pronunciar la conferencia final de una jornadas en el Instituto Atlántico de Gobierno, escuela de líderes creada por Aznar, quien se deshizo en elogios hacia el catalán.
La retórica de la crispación
Otra semejanza se encuentra en su estilo, que recurre con frecuencia, igual que algunos líderes de extrema derecha europea y que el norteamericano Donald Trump, a la exageración, el populismo, la falta de respeto por el adversario y la mentira. La retórica de la crispación. Disponemos de una muestra reciente: Casado acusando a Sánchez de ser “partícipe y responsable del golpe de Estado que se está perpetrando en España”. “Golpistas” es como los tres (también Aznar) llaman sistemáticamente a los independentistas. Naturalmente, la presunción de inocencia o que los hechos por los que van a ser juzgados los soberanistas no tengan punto de comparación con un golpe de Estado les importa un rábano.