Copos de demagogia

AUNQUE A ALGUIEN que no viva en Cataluña le podría parecer una mentira de las gordas, resulta que continúan los problemas causados por las nevadas del lunes día 8. Unas nevadas que han triturado los bosques, que en verano se convertirán en un polvorín si no se limpian. Lo dejo por escrito porque si ocurriera, que espero que no, el gobierno de Montilla es capaz de esgrimir mala suerte, achacarlo a los meteorólogos, denunciar un complot de la prensa o alegar que hace 20 años, con Pujol, sucedió lo mismo.

Y es que la imaginación tripartita es fecunda. Salía ayer a la palestra una chica, Laia Ortiz, a hablar en nombre de Iniciativa. Pese al tremendo desaguisado, advertía a CiU, PSC y PP que no se les ocurra reabrir el debate sobre la MAT, la línea de muy alta tensión que debería asegurar el suministro desde Francia a las comarcas gerundenses. Opinaba que eso sería pecar de partidismo y confundir a la gente. Las mismas dos cosas, replico yo, que les sirvieron a ellos y a ERC para frenar una infraestructura -una más- de la que Cataluña está más que necesitada.

Ortiz, supongo para mostrarnos cómo es la política sin demagogia, cargó contra la privatización del sector de la energía eléctrica, pues habría desembocado en «menos garantías de calidad y más capacidad de abusos». La diputada no tiene nada que decir sobre la gestión gubernamental de la crisis, contra la que ayer se sublevaron los alcaldes; ni sobre el consejero Saura, de su partido, que el día de autos se largó a Mallorca; ni sobre la ley aprobada tras el apagón de 2007 y que no ha servido para nada. No. Ella, en un acto de leirepajinismo autóctono, se pone las gafas de la izquierda paleolítica y suelta que todo es culpa de la privatización, es decir, del sistema de mercado. Justo lo contrario, en definitiva, de lo que señalaría cualquier persona medianamente informada y sensata, o sea: que si existiera competencia real y efectiva entre compañías, y se pudiera elegir a quién compramos la electricidad, las cosas mejorarían. No menos, sino más mercado, es lo que nos recomendaría.

Por otra parte, y ya que hablamos de demagogia, cabría recordar a Laia Ortiz y a todo el mundo que Endesa pertenece a Enel, compañía controlada por el estado italiano (y no por orondos capitalistas). Y que lo está porque algunos en Madrid -entre ellos los del PP- montaron un auténtico acto sacramental para impedir que la comprara Gas Natural.

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