Ha empezado a andar oficialmente la Crida Nacional por la República, impulsada por Carles Puigdemont, Quim Torra y Jordi Sànchez. La Crida fue anunciada mucho tiempo atrás, en julio, como el gran paraguas destinado a reunir y cobijar al independentismo. Pero, uno tras otro, los posibles socios fueron declinando la invitación. Solo el PDECat se mostró receptivo a la llamada. Entonces al frente del partido se encontraba Marta Pascal, que intentaba contemporizar con Puigdemont para no perder el control del PDECat. Sin embargo, Puigdemont no estaba para arreglos y emplazó públicamente a sus correligionarios a elegir entre Pascal o él. Finalmente, durante el congreso del partido ella decidió apartarse y rehuir el enfrentamiento con el expresidente y los suyos.
Pero desde el pasado mes de julio hasta este fin de semana ha llovido mucho. En el PDECat las posiciones se han ido decantando, no solo en la cúpula sino también a lo largo y ancho del territorio catalán. Que el nacimiento de la Crida se haya tenido que retrasar con respecto a lo anunciado y que se haya producido con menos ímpetu del esperado, no ha hecho más que asentar el rechazo de la mayoría del PDECat a dejarse absorber -un temor perfectamente razonable-, así como la decisión de mantener su autonomía, negociando de tú a tú con Puigdemont y su movimiento (que a la vez es también partido).
En este momento, la principal batalla entre Puigdemont y el PDECat es la lista para las elecciones municipales de Barcelona. Joaquim Forn y Elsa Artadi ocuparán los dos primeros puestos. Por consiguiente, la candidata del PDECat elegida en primarias, Neus Munté, debería situarse inmediatamente tras ellos. No obstante, Puigdemont y los suyos no lo aceptan, y quieren desplazar aún más abajo en la lista a la ‘exconsellera’, ante lo cual el PDECat se ha plantado. Las discusiones han sido agrias en los últimos días y prometen seguir siéndolo, pues los demócratas ven en el rechazo a Munté una chocante e inaceptable falta de respeto.
El principal objetivo -irrenunciable- del PDECat es mantener y consolidar su poder territorial en las elecciones municipales y europeas del 26 de mayo. Los demócratas están dispuestos a negociar y pactar con la Crida Nacional sobre la lista de Barcelona y también en relación a la candidatura al Parlamento Europeo, pero no van a ceder en el resto. El PDECat continúa poseyendo la estructura de partido más extensa y tupida de Catalunya, y no la va a sacrificar.
La Crida podría intentar, ante este planteamiento, formar candidaturas propias para las elecciones municipales. Debería hacerlo contra reloj. Es una posibilidad que los demócratas han evaluado cuidadosamente a lo largo de todo este tiempo. Creen que como máximo la Crida podría presentar candidatos en las cuatro capitales de provincia, en las 42 capitales de comarca y en un puñado de pueblos y ciudades más. Pese a ello, en la inmensa mayoría de los casos, calculan, las listas del PDECat se impondrían sin mayores problemas a las auspiciadas por la Crida de Puigdemont.