En castellano se constata que “Donde las dan, las toman”, mientras que en catalán se usa otra expresión similar, que advierte “Tal faràs, tal trobaràs”. La idea condensada en estas dos frases parece que inspiró la maniobra de Junts per Catalunya de pactar el gobierno de la Diputación de Barcelona (casi 1.000 millones de euros de presupuesto, la más potente de España) con los socialistas.
Diríase que los posconvergentes han querido hacer probar a ERC su propia medicina. Junts per Catalunya vivió la oleada de pactos en los ayuntamientos -especialmente el caso de algunos muy emblemáticos- como un ataque, cuando no una traición, de su socio de gobierno en la Generalitat. En la Diputación de Barcelona pretenden pagar a los republicanos con la misma moneda.
No deja de ser llamativo que ahora ERC clame enfáticamente por la unidad y por un acuerdo entre independentistas, cuando su estrategia global no es esa, sino la contraria: buscar alianzas a la izquierda para tratar de ampliar la base. Recordemos que los republicanos rechazaron una candidatura conjunta con los posconvergentes tanto en las elecciones españolas, como en las europeas y también en el Ayuntamiento de Barcelona, Igualmente llamativo resulta que los posconvergentes, que nunca han dejado de insistir en el valor de la unidad, cerraran el secreto el acuerdo con el PSC en la Diputación.
Podríamos pensar que, como en ‘El Padrino’, “No es nada personal, son solo negocios”. Por desgracia no es así. También hay muchas heridas, vivos rencores y desencuentros personales acumulados. Que el pacto con el PSC contara con la bendición de Carles Puigdemont desde la Casa de la República de Waterloo puede dar una idea de hasta qué punto no se trata exclusivamente de negocios.
Por cierto, ¿dónde estaba ERC mientras los socialistas y Junts per Catalunya negociaban? ¿Cómo puede ser que se despertara tan tarde? Ha sobrado amateurismo y ha faltado profesionalidad. Y, por las dos partes, liderazgo, convicción y valentía a la hora de explicarse ante los ciudadanos.