El anuncio de Xavier Trias de que tratará de volver a ser alcalde trastocó, sigue trastocando, la batalla de Barcelona. Quien mejor supo responder a la irrupción de Trias, que no tiene problemas en reconocerse como “convergente”, fue Ada Colau, la alcaldesa. No así el socialista Jaume Collboni ni el republicano Ernest Maragall. Collboni y los socialistas quedaron aturdidos. Acto seguido, reaccionaron tomando una decisión bien extraña. El alcaldable abandonó precipitadamente el puesto que ocupaba a lado de Colau y dejó de ser concejal. Pero lo raro no es eso, sino que, a la vez, el PSC se mantuvo dentro del gobierno de coalición de la ciudad. O sea, que Collboni hace campaña contra Colau mientras los suyos siguen trabajando con los Comuns y siendo corresponsables de la gestión municipal.
Pese a tomar tan surrealista decisión, de pretender estar en misa y repicando, Collboni y el PSC no son los que peor encajaron el asalto de Trias. Fue ERC. Dicen por ahí que Oriol Junqueras enseguida se dio cuenta de las implicaciones de la maniobra de Junts per Catalunya. Se subía, comentan, literalmente por las paredes. Conscientes los republicanos de que algo había que hacer, Maragall abandonó su escaño en el Parlament. Tanto él como Collboni, pese a lo improvisado de sus movimientos, alegaron que lo hacían para dedicar todo su tiempo y energías a tratar de ser alcaldes.
Trias planteó, desde el principio, una batalla a dos, entre dos concepciones opuestas de ver la ciudad y proyectarla hacia el futuro. La suya y la de Colau. Un duelo al estilo clásico. Lo podía hacer porque, a diferencia del PSC y ERC, Junts no ha sido cómplice de la gobernación llevada a cabo por la alcaldesa. Para ganar, Trias obligatoriamente tenía que abarcar más allá de Junts y atraer votos de distintas latitudes. Así es que orilló la cuestión independentista y elaboró una propuesta muy suya, muy personal. También tuvo claro que había que trabajar muy duro, pisar y pisar los barrios de Barcelona, y enarbolar la marca Trias en lugar de la de Junts. Eso sí: sin retractarse ni pedir perdón.
La alcaldesa, al contrario que Collboni y Maragall, supo convertir la amenaza en oportunidad. Así, no solo aceptó, sino que se afanó a consolidar el esquema de duelo a dos, que había planteado el alcaldable de Junts. Si Trias dice “o Colau o yo”, Colau replica “o Trias o yo”. Con ello desplazan, empujan fuera de la cancha, a los otros dos aspirantes, para jugárselo todo a cara o cruz en una contienda polarizada entre el exalcalde y la alcaldesa. Difícilmente si este esquema se consolida, Maragall podrá llegar primero a la línea de meta como en 2019.
Trias tiene, y lo saben en Junts, más posibilidades de ganar que de ser alcalde. Sin embargo, las expectativas ya están dando sus frutos. El ‘efecto Trias’ -así lo llaman ellos- ha contribuido a levantar los ánimos de muchos en Junts, y hasta ha hecho que algunas personas relevantes que, en pueblos y ciudades, se habían alejado del mundo posconvergente, vuelvan a mostrar interés y a ofrecerse.