Hace varios días se pasearon por Catalunya media docena de eurodiputados, integrantes de una misión que debía analizar los pros y contras de la enseñanza en catalán. Todos eran de los grupos de la derecha, la extrema derecha o los liberales, ya que el resto del Europarlamento no había querido prestarse a la tomadura de pelo. Atendían a una demanda oficialmente formulada por la Asociación por una Escuela Bilingüe -cuya obsesión es acabar con la inmersión lingüística-, pero detrás de los ‘misioneros’, cómo no, estaban el PP, Vox y Ciudadanos. Como mánager y entrenadora del equipo, la popular Dolors Montserrat, que hizo de todo y más para conseguir que la particular Banda del Empastre actuara entre nosotros.
Como pueden deducir fácilmente, la misión no venía a estudiar nada ni a conocer nada. Llegaba con las conclusiones hechas. Conversaron con familias contrarias a la inmersión y realizaron alguna visita incomprensible (un instituto de educación especial). Al tercer día -en realidad, la estancia hubiera podido durar media mañana- su presidenta, la estonia Yana Toom, expulsó la fraseología típica del españolismo radical contra la enseñanza en catalán. La Banda del Empastre no necesitó ni reunirse, ni trabajar, ni hacer ningún informe. ¿Para qué, si Dolors Montserrat -que parece poseída por algún espíritu peligroso- ya les había hecho aprender la lección? Nadie supo ni sabe explicar de forma coherente qué caray hacía la Banda del Empastre en Catalunya, si el Parlamento Europeo no tiene competencias sobre educación.
Después, los eurodiputados regresaron a casa. Habían hecho lo que se les había encomendado, que no era otra cosa que una operación -una más- de agitación y propaganda para consumo peninsular. Los políticos y los medios de comunicación españolistas se apresuraron a rematar repitiendo satisfechos las mentiras y consignas de la señora Toom, que, al fin y al cabo, no son otras que sus propias mentiras y consignas, más apolilladas, por otra parte, que el bigotito del conde-duque de Olivares.