Sorprendentemente para muchos, CiU se alzó el domingo por primera vez con la victoria en unas elecciones legislativas españolas en Catalunya. Los factores que actuaron a favor de los convergentes son unos cuantos: el desprestigio de Zapatero causado sobre todo por la crisis económica, la aluminosis que sufre el PSC, la pésima campaña de Chacón y también el tirón de la reclamación de un pacto fiscal que reduzca sustancialmente el déficit fiscal catalán, reclamación que ha sabido liderar CiU.
En el ambiente flotaba la sensación de que los ajustes que está llevando a cabo el Govern pasarían una abultada factura a CiU. La federación, se decía, podría verse relegada incluso al tercer puesto, superada por un PP catalán partícipe de la inminente marea azul. Ya con los resultados en la mano, algunos han concluído que los catalanes han votado a favor de los recortes o que estos no han tenido coste político alguno. Creo que ninguna de estas afirmaciones es exacta.
Estoy convencido de que las restricciones sí han restado votos a CiU, aunque, ciertamente, en una proporción mucho menor de lo esperado. ¿Por qué? A mi juicio, no es que los ciudadanos celebraran con su voto los recortes realizados o los que vendrán, sino que avalaron a Mas y a un Ejecutivo que han afrontado con valentía una situación muy complicada, que han hecho lo que tenían que hacer –mejor o peor– y, finalmente, lo han defendido con argumentos y convicción. Y todo ello a pesar de que desde el inicio de su andadura CiU ha tenido que someterse a dos procesos electorales: municipales, primero, y legislativas españolas, después.
No se han premiado, pues, los recortes, sino un tipo de actitud. La mayoría silenciosa de que gusta hablar a los estrategas convergentes ha apoyado a quienes, pese a las duras medidas, perciben como más serios y más de fiar, lo cual está conectado, aunque no exclusivamente, con valores al alza en el espacio de relación entre la política y los ciudadanos como son la autencidad y la credibilidad.
La federación ha recibido más de un millón de votos. Por consiguiente, muchos de sus votantes son ciudadanos directamente afectados por las restricciones en la sanidad, la educación o las políticas sociales para quienes, no obstante, CiU es la mejor opción a la hora de afrontar el futuro.