¿Es CiU independentista?

¿Es CiU independentista? ¿Hasta qué punto el independentismo ha calado en su dirección y sus bases? Es este un asunto recurrente en la política catalana, pero de ningún modo irrelevante, menos aún ahora.

El independentismo está ciertamente presente en las bases convergentes, nos refiramos a los militantes o a los votantes. Pero hay de todo, desde el que declararía la independencia mañana mismo hasta aquel para quien es un sueño tan bonito como irrealizable o demasiado peligroso. Conviven en CiU, asimismo, algunos que son autodeterministas pero no independentistas y, por supuesto, los que ni una cosa ni la otra. Ni que decir tiene que en el impulso a las consultas populares sobre la independencia o a iniciativas como l’Associació de Municipis per la Independència abundan los militantes y votantes de CiU. Si entre las bases el sentimiento independentista es intenso, más lo es en la dirección, singularmente entre los miembros de CDC. El ascenso a la cúpula, flanqueando a Artur Mas, de un grupo de políticos jóvenes marcó sin duda un punto de inflexión. La sentencia del Constitucional sobre el Estatut -con secuelas como las que a la inmersión se refieren-, la injusticia flagrante y dramática del déficit fiscal y la beligerancia del establishment español han contribuido sensiblemente a la evolución de CiU.

Pero nos hallamos ante una fuerza con clara vocación mayoritaria, que quiere representar a cuantos más ciudadanos mejor. Eso significa que debe procurar moverse en un área políticamente central, sin renunciar a una propuesta atractiva y con fuerza transformadora. En este sentido, el vector clave ha sido y es el catalanismo o nacionalismo.

Lo anterior supone que CiU debe acompasarse con la sociedad. Puede tratar de empujar la centralidad político-social o modularla, nunca quedar fuera de ella. Puede hacer de guía, pero asegurándose siempre de que la gente le está siguiendo, que no va a dejar de confiar en ella.

CiU ha acreditado una afilada intuición, que le ha permitido rastrear en cada etapa las necesidades y los sentimientos de los catalanes, es decir, discernir lo que podía hacer de lo que no. En los próximos tiempos, Mas y los suyos tendrán que calibrar cuidadosamente -pueden ayudar sondeos como el del CEO, aunque no deben tomarse como verdades absolutas- hacia dónde va la sociedad y a qué ritmo, sin olvidarse de los temibles poderes que, inquietos, acechan prestos a intervenir. A muchos en CiU algo les dice que se acerca el momento del desafío. El problema, o uno de ellos, es saber en qué medida es un deseo o, en cambio, emana de su capacidad para identificar lo realmente importante, sin dejarse confundir por la complejidad ni engañar por el griterío de unos u otros.

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