Salvaguardar la coalición

Una de las grandes bazas con que cuenta el esfuerzo por lograr una consulta sobre el futuro de Catalunya es, sin duda, la incapacidad de PP y PSOE por comprender la situación. Así, no dejan de cometer errores uno detrás de otro, lo que viene a compensar los que se cometen a su vez desde Catalunya, que no son pocos. Algunos ejemplos de actualidad estos días: haber llevado la declaración soberanista de enero al Tribunal Constitucional y rebautizar el catalán de la Franja con el estrafalario nombre de lapao. Luego están todos los que, yendo por libre o no, menosprecian, insultan y amenazan. O advierten severamente, como Carme Chacón intentando dictarle a Pere Navarro lo que debe hacer.

Todo ello refuerza la determinación soberanista y va convenciendo a los indecisos. Si hablamos del exabrupto de Chacón, este impidió a Navarro ser más duro, incluso dar el portazo, en la cumbre sobre el derecho a decidir del pasado lunes, amén de reforzar internamente al primer secretario del PSC y, de paso, al ala más catalanista del partido.

Pero tan importante es sacar provecho de las equivocaciones ajenas como tener la estrategia clara y llevarla a la práctica sin tropezar con los propios pasos. En tal estrategia por lograr lo que una gran mayoría desea, esto es, una consulta, existe un asunto que a algunos les parecerá poco relevante, pero que es capital: no confundir autodeterminación con independencia. Primero, por honestidad intelectual. Una cosa es poder votar y otra el sentido de ese voto. Segundo, porque lo comprometido es la consulta, no la independencia. Y, tercero, porque mezclar una cosa con la otra divide la coalición en torno al derecho a decidir. El miércoles, en el Parlament, esta coalición aprobó (106 votos a favor, de 135) crear la comisión sobre la consulta. Es clave desde muchos puntos de vista que los socialistas continúen dentro del consenso.

El camino hacia la consulta -impida o no el Gobierno español celebrarla- debe pasar también por situar el centro de gravedad en el propio Parlament. No en exclusiva, pero sí más que hasta ahora. La creación de la comisión debe facilitarlo y puede contribuir, al mismo tiempo, a mejorar la comunicación entre las fuerzas políticas.

Finalmente, para que un proceso como este -sometido a todo tipo de presiones y con mil trampas que sortear- avance conviene que los dirigentes políticos favorables al derecho a decidir sean capaces de dialogar y negociar mucho, y de hacerlo francamente, sin falsedades y artimañas y, sobre todo, fuera de los focos mediáticos. En este sentido, no es aconsejable celebrar cumbres si previamente no se han cerrado acuerdos sólidos. Las cumbres deben servir para escenificar e informar de los logros alcanzados.

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