La maniobra de Aznar

Sobre el premeditado y desleal ataque televisivo lanzado por Aznar contra el presidente Rajoy se han dicho y escrito muchas cosas. La extrema derecha, y no pocos entre el resto de quienes se han pronunciado, han compartido -algunos intencionadamente, otros sin quizá darse cuenta- la premisa en la que se basa la maniobra del expresidente. Tal premisa establece -voy a caricaturizar un poco, aunque no en exceso- que, mientras estuvo en la Moncloa, Aznar encarnó la clarividencia y el acierto, y que su acción política fue una brillante aplicación del proyecto mezcla de conservadurismo, neoliberalismo y ultraespañolismo que él y otros exigen ahora a Rajoy.

Me parece que no es aceptable que Aznar lance sus reproches colocándose en una posición de superioridad respecto a Rajoy. Ni que reescriba la historia a su conveniencia. Por eso me permito citar una pequeña lista de incoherencias flagrantes entre lo que hizo el Aznar presidente -a veces acertadamente- y las admoniciones del Aznar expresidente. Por ejemplo: su intento de negociar con ETA. Por ejemplo: no haber impedido sino favorecido que se hinchara la colosal burbuja inmobiliaria que nos ha llevado al desastre económico actual. Por ejemplo: el Pacto del Majestic con CiU, que significó, entre otras cosas, la supresión de la mili y el desarrollo de los Mossos como policía completa. Por ejemplo: no haber modificado la ley del aborto a pesar de poder hacerlo. Otro: la increíble miopía con que administró su espectacular mayoría absoluta, lo que -junto a la desastrosa reacción ante el 11-M- le llevó a la oposición. Esa miopía propició, por cierto, un gran salto adelante del independentismo en Catalunya.

A todo ello hay que añadir que Aznar no tuvo que enfrentarse a la inaudita situación de crisis económica contra la que trata de luchar el Gobierno de Rajoy. Todo lo contrario; con él los dioses de la economía fueron inmensamente generosos.

Por su parte, el peor error de Rajoy radica en que en la campaña electoral prometió lo que sabía, en algunos casos, o en otros sospechaba, que sería imposible cumplir. Para asegurarse una victoria en las urnas lo más amplia posible optó por el tacticismo y, en definitiva, el engaño. Eso le ha pasado factura y se la continuará pasando.

Otro gran problema, este estructural, es que el PP es, en realidad, dos partidos en uno. La derecha y la derecha radical. La segunda, con potentes aliados mediáticos y la complicidad de ciertos sectores económicos, no deja de amenazar, condicionar y, en definitiva, debilitar a Rajoy. Y, entre otras cosas, hace enormemente difícil que el presidente español y su núcleo duro puedan, aunque quisieran, percibir, comprender y abordar de forma inteligente las relaciones con Catalunya.

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