La sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo sobre la llamada doctrina Parot ha puesto al PP ante el espejo y ha evidenciado sus contradicciones internas, amén de inquietantes flaquezas en cuanto a sus convicciones democráticas y europeístas.
La cúpula del PP participó en la manifestación convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo en la madrileña plaza Colón, allí donde hondea orgullosa la mega bandera española. Un partido de gobierno europeo se revolvía, pues, contra una importante institución europea, eso sí, bajo el subterfugio del apoyo a las víctimas del terrorismo. Lo hizo a pesar de que estaba cantado que Europa iba a tumbar la doctrina Parot, una chapuza jurídica de la que, por lo visto, nadie tiene intención de hacerse responsable. Pese a todo, los dirigentes del PP no pudieron ahorrarse ayer abucheos e insultos. La extrema derecha, política y mediática -que, por otra parte, muestra carecer de sentido del ridículo-, ha visto la sentencia como un ataque de Europa a España. Por eso, además de contra el TEDH, ha arremetido contra el magistrado español Luis López Guerra, miembro del Tribunal, al que ha tachado de traidor. Que, por ejemplo, el Constitucional esté presidido por un tipo que ocultó su militancia en el PP y que profesa un siniestro anticatalanismo no ha sido óbice para los citados ataques contra el Tribunal europeo.
Como acostumbra, Mariano Rajoy intentó ganar tiempo para ver si la indignación contra el TEDH se iba enfriando. Tanto es así que no dudó en soltar una frase ridícula -”está lloviendo mucho”- para eludir valorar lo sucedido en Estrasburgo. Luego, bajo la presión de algunas asociaciones de víctimas, la derecha recalcitrante y la caverna mediática, criticó la sentencia y acabó llamando a manifestarse.
Las víctimas, tanto las que protestan más agriamente como las otras, merecen todo mi respecto y comprensión. Por eso no voy a censurar sus actitudes ni sus actuaciones. Pero igual que me pareció éticamente impresentable la impudorosa manera en que el PP se sirvió de ellas para intentar derribar a Zapatero, me lo parece también ahora, cuando los duros tratan de hacer lo mismo pero con Rajoy como objetivo.
Que el mismo partido, el PP, reúna en su seno desde el centro a la extrema derecha se revela, a cada día que pasa, como un problema más grave para la democracia española. Nada indica, además, que la situación vaya a enderezarse, todo lo contrario, ya que la derecha radical suele lograr imponer su agenda y sus posiciones. Ello pone de relieve que, en realidad, los sectores con un perfil democrático homologable a liberales y democristianos europeos son en España más bien escasos, eminentemente débiles y poco capaces de defender sus posiciones con firmeza.